Muy buenas tardes.
Empiezo estas palabras no como su comandante, sino como un piloto. Y es que hace unos días tuve que ir como pasajero a otra ciudad española y hacía tiempo que no me sentaba en una de sus butacas. Iba sentado en la parte trasera, tras las alas y ha sido interesante volver a sentir y recordar lo que ustedes sienten, ven y oyen. No es que se me olvide pero hacía ya un tiempo que no refrescaba la memoria.
Iba en un avión más pequeño que en el que normalmente les paseo por el mundo. No obstante es también un gran avión que he tenido la suerte de volar y disfrutar en años anteriores. Como todos los aviones, es un gran artefacto que nos da muchas satisfacciones y alegrías, pero no es el mío, no se siente igual, y sin sentirme incómodo porque eso no es bueno, me sentía «raro».
Por supuesto que fui capaz de identificar todos los sonidos y movimientos, sabía lo que ocurría,pero no era lo mismo que hace “mi avión”. Y entonces, me surgió la idea de preguntar a algunos pasajeros que me rodeaban sobre ¿cómo se sentían? Ellos al igual que yo sentían las turbulencias, los ruidos raros, los cambios en actitud del avión, sentían todo.. pero no sabían lo que pasaba ni el porqué. Una vez les aclare las dudas se quedaron más tranquilos.
Y a razón de esta experiencia hoy les habla el piloto. El piloto, ese día que iba sentado entre ustedes, casi podía oír los ruidos en cabina, las voces y el silbido de aquellos motores, la sensación de aceleración y las vibraciones en los controles del avión. Sentía desde lejos lo que siento siempre cuando soy quien lleva los mandos, pero su instrumento principal de orientación al vuelo se me hacía raro. La cabina está llena de instrumentos, agujas, números y datos para el vuelo, y los pilotos usan todos con el fin de controlar y volar la máquina.
Tengo conocidos y amigos tan apasionados con la aviación que aprovechan los avances en la tecnología de la simulación para vivir, lo que yo hago por trabajo, en la comodidad de sus casas. Incluso mucha de mi formación y entrenamiento recurrente lo recibo en tierra, en simuladores muy modernos y realistas. Pero hay un instrumento, poco conocido por los profanos al que es difícil engañar en los simuladores y que en los peores momentos de las emergencias acudimos en búsqueda de orientación. Este instrumento, lo crean o no, es “el culo”.
La vista, el oído y la percepción espacial se pueden ver afectadas o engañadas por muy diversos factores pero a este instrumento es muy difícil engañar. Por eso en nuestro mundillo se habla de volar con “el culo». Y eso es lo que desde una butaca en medio del avión y sin visión hacia el exterior, me permite saber con certeza que está ocurriendo y que es lo que pasará a continuación.
Sinceramente me alegra imaginar la sonrisa que esta revelación ha sacado en sus caras, y tengan en cuenta que cuando los primeros aviadores en sus máquinas de madera y tela se arriesgaban al aire con unos conocimientos muy primarios sobre aerodinámica, ellos usaban mucho este instrumento tan «nuestro».
Gracias por recibir estas letras con curiosidad y generosidad, les escribiré pronto sobre un vuelo que he tenido hace muy pocos días donde viví algo muy reconfortante que ocurre muchas veces pero casi nunca de una manera tan especial como en esa ocasión.
Francisco Juan
López Medina


Deja un comentario