Buenas noches señores pasajeros, o buenos días, depende de dónde me lean.

Van a dar las 6:30 de la mañana en Madrid y aquí estamos sobrevolando Curaçao una noche más a punto de comenzar otro cruce del Atlántico. Hemos salido con unos minutos de retraso porque había una tormenta fuerte sobre el aeropuerto. Las tareas de carga de su equipaje se demoraron un poco, y también esperamos unos minutos a que el centro de la tormenta se desplazara lejos de la trayectoria de despegue.

Hemos recibido un mensaje de la empresa que nos pide que hagamos lo posible para recuperar ese tiempo ya que las conexiones de ustedes con otros vuelos están comprometidas, así que hemos recalculado todo y aumentado un poco la velocidad de crucero de forma que llegaremos bien de combustible y recuperando el tiempo perdido.

Hasta aquí estas acciones son propias de nuestro trabajo, pero tanto copilotos como comandantes las entendemos y asumimos como propias independientemente del lugar que ocupemos en el avión. Son actos de la gestión del vuelo que nos son normales y los criterios con los que se toman estas decisiones son comunes a todos los pilotos.

Pero hay días en que la operación y el trabajo me recuerda que ya no soy un copiloto y que cuando hay que tomar una decisión diferente, es a mí a quien todos miran buscando un criterio. Tanto ayer como hoy han sido de esos días, y curiosamente en ambos me he enfrentado a esos momentos en los que he recibido recordatorios de que soy yo el que toma ciertas decisiones.

Ayer mientras volábamos hacia América me informan de que un pasajero había fumado. Y no solo eso, ha fumado marihuana en los lavabos, se ha comportado muy irrespetuosamente, se ha acostado en el pasillo, sentado con los pies en el cabezal de la persona de delante… en fin :¡ una joya! Y encima lo niega todo. Las personas que se sentaban a su alrededor lo delataron, ya que de alguna manera consiguió manipular los sensores de humo de los lavabos para que no saltara la alarma. Mientras esto ocurría y en otro lado del avión al parecer otro pasajero estaba fumando también en otro lavabo.

La prohibición de fumar en los aviones viene dada por varias razones, la más importante es por la seguridad. No es tan importante la comodidad y salud de los no fumadores como el peligro que supone una colilla mal apagada en la papelera del lavabo. Ya ha ocurrido y por eso se vigila tanto este fenómeno, un incendio en la papelera del lavabo lleva a una fuente de calor y humos desconocidos que casi seguro acaba en desvío y, en algún caso, puede derivar en accidente fatal. No es broma ni capricho, las normas están ahí por algo.

Una vez apercibidos los pasajeros infractores de su mala conducta por parte del sobrecargo, ¿qué he de hacer ? ¿Hago una llamada de atención sin más?, o ¿ actúo como debo y se espera de mi ? Pues mi corazón me pide que sea generoso y humano con ellos, pero mi cabeza me demanda que sea duro con la llamada de atención y la reprimenda. Obviamente no voy a ir detrás a afearles la conducta, pero si que puedo, y es lo que hice, ponerme en contacto con las autoridades de destino para que los esperen en la puerta del avión y los traten como lo que son: infractores que han puesto en peligro la seguridad del vuelo.

Superado el día de ayer, hoy nos hemos enfrentado a un despegue critico, con todos los ingredientes: aeropuerto de alta elevación, lluvia y pista mojada, viento en cola, carga y mucho peso. Tormentas en los alrededores del aeropuerto con actividad eléctrica, rodeados de montañas, de noche y un vuelo largo por delante despegando a unas horas extrañas. Y ahora empiezan las decisiones, las preguntas, mientras los otros copilotos junto al despachador esperan mis respuestas: ¿qué pista usamos, qué trayectoria seguir para evitar la tormenta, dejamos carga o ponemos más combustible?, y si se para un motor en despegue ¿nos volvemos aquí o vamos al alternativo?. Recordatorios…Muchos Recordatorios

Todo esto ocurre de manera transparente e invisible para todos ustedes gracias a que somos un equipo muy profesional y preparado para lidiar con estas cosas, así que disfruten de esta noche de Luna llena que nos acompañará hasta la mitad del Atlántico y allí empezará a amanecer el Sol de camino a Madrid, donde a nuestra llegada tendremos una tarde calurosa pero tranquila de Agosto. Es casi fin de semana y es tiempo de descansar.

Muchas gracias por volar con nosotros.