Esta tarde llegamos al aeropuerto y, después de facturar el equipaje y pasar los controles de seguridad característicos de Estados Unidos, caminamos por la larga terminal hasta llegar a la puerta de embarque K19. Allí nos esperaba la representante de la compañía para informarnos del vuelo de hoy.
El avión aún está aparcado en la otra terminal y lo tienen que carretear hasta la nuestra ( en este aeropuerto esto lo hacen los mecánicos de tierra con los motores del avión y no con un tractor ). Mientras tanto nos cuenta que han cambiado de tipo de avión y están haciendo todo lo posible para acomodar a los pasajeros en la configuración que ofrece esta aeronave.
Vamos llenos y traemos algo de carga. Mientras esperamos, se me han acercado dos pasajeros: uno es un compañero que vuela con su mujer y están en lista de espera, y la otra es una señora que viene de Los Ángeles y su madre está enferma en España y también está en lista de espera por el cambio de avión.
El modelo que tenían previsto tiene una configuración diferente de asientos y más capacidad así que ahora a priori faltan asientos. Le he dicho a la representante que, por favor, hagámos todo lo posible para acomodar a todos los pasajeros y en especial a estos tres que se han acercado a solicitarlo.
Despachamos el vuelo y todo normal con mucho viento en cola así que tan solo tardaremos 7:50 en llegar a MADRID, pero con el peaje de tener que sufrir durante la primera mitad del vuelo algo de turbulencia, no muy intensa, pero sí bastante tiempo. El Atlántico está notablemente “revuelto” por los varios chorros que hay alrededor de dos zonas de bajas presiones.
Aquí estamos ya a unas dos horas de llegar a Madrid, lo peor ya lo hemos pasado y vamos como en una balsa de aceite. Finalmente conseguimos que todos los pasajeros embarcaran y vengan cómodamente sentados en sus butacas.
Hace un rato se desvaneció un pasajero en un lavabo, pero lo han recuperado otros pasajeros médicos que acudieron a atenderle. Al parecer solo tenía una bajada de azúcar y ya se encuentra perfectamente. Siempre que me ha ocurrido alguna urgencia o situación médica a bordo, aparecen profesionales del sector médico dispuestos a ayudar gratuitamente y con generosidad. Siempre les agradezco personalmente sus atenciones y tramito la documentación pertinente para que la compañía lo sepa y actúe en consecuencia.
Pero hay días en los que no todo es tan sencillo y los acontecimientos se complican llegando a ocasionar desvíos y desgraciadamente también algún fallecimiento. Pero con la estimable y generosa actitud de los profesionales del mundo de la salud conseguimos solventar estas situaciones con mucha seguridad y facilidad. Asi que como estamos en el mes de los homenajes aquí va otro para esos profesionales que haciendo gala de su juramento Hipocrático, ayudan y atienden siempre que son necesitados, a otras personas con alguna necesidad en estos ambientes tan especiales como son las cabinas de los aviones.
Y volviendo al vuelo, estamos a unas horas de llegar a España y nos espera una mañana fría y despejada. Hemos consumido casi 39 mil kilos de combustible y vamos ahorrando 3 mil sobre los planificados y, además, llegaremos unos 15 minutos antes de la hora programada. Como profesional del transporte, estos detalles son con los que yo mido la calidad de mi trabajo. Con esto no quiero regalarme los oídos, pero cuando me bajo del avión suelo ir recapitulando sobre el vuelo de camino a casa y si este es el resultado final que arroja mi trabajo, me siento reconfortado.
Una vez más les agradezco que nos elijan para volar y viajar, aprovechen este rato que queda de noche para descansar.
Muchas gracias.
Su comandante.


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