Muy buenas noches señores pasajeros, una vez más aquí estamos de camino al país del Sol Naciente: Japón.
Con 275 personas a bordo, varias toneladas de maletas, cuarenta kilos de Jamón Ibérico y 80 mil kilogramos de combustible entre otras cosas, hemos despegado de Madrid exigiendo la máxima potencia disponible de los motores, algo que nosotros llamamos TOGA.
Ya llevamos 8 horas y media de vuelo y hoy hemos subido hasta el paralelo 75 N que es algo inusual para mí. Estamos utilizando una de las aerovías más cercanas a los polos que unen Europa con Asia, y hace un rato teníamos una aurora boreal acompañándonos por la izquierda del avión. Algo fantástico y maravilloso que nos recuerda la magnitud y fuerza de la naturaleza.
Si hubiésemos subido algo más allá del paralelo 80N tendríamos que haber usado los procedimientos de navegación polares ya que por esos parajes, la diferencia entre norte magnético y el norte real es notable, con lo que hay que hacer pequeños ajustes para la navegación.
Otro factor al que nos enfrentamos en estos vuelos, que son diferentes a la “normalidad” de América, es que la temperatura del combustible en los tanques llega a acercarse a su mínimo, así que hay que estar atento, y para evitar que se congele, a veces hay que “calentarlo”. ¿Cómo hacer esto ? Obviamente la combinación de combustible y calor no es recomendable en estas alturas, así que lo que podemos hacer, cuando es necesario, es incrementar la velocidad del avión y así el aumento de rozamiento del aire sobre las alas hace que se reduzca el enfriamiento del combustible, o bajamos de nivel de vuelo donde el aire estará más cálido. Estamos hablando de unas temperaturas bajas de verdad ya que ahora mismo la temperatura exterior es de -69º C y el combustible se mantiene alrededor de los -40°C. Otra alternativa es traspasar el combustible a los tanques centrales donde la temperatura no es tan fría. Cualquiera de esas opciones afecta al vuelo y, en consecuencia, hay que estar atento y tomar la decisión que más nos convenga.
La comunicación por radio una vez que entramos en Rusia es bastante calmada y con poco tráfico, especialmente a estas horas locales, aunque en España tan solo son las 9 de la noche. Hace ya bastantes horas que anocheció y en un par de horas amanecerá de nuevo para enseñarnos el oeste de la provincia de Khabarovsk, el norte de Japón, Osaka y finalmente Tokio, donde aterrizaremos a las 9:30 de la mañana, y siendo Sábado espero que el trayecto al hotel no sea tan largo como normalmente.
Nos espera un fin de semana frío, con algo de viento y quizás nieve en la ciudad, pero nada de eso hay pronosticado a nuestra llegada, con lo que tendremos una aproximación desde muy lejos, plana y con buenas vistas del monte Fuji.
Como todo grupo de personas, está pequeña sociedad que conformamos en el avión tiene unas peculiaridades que diferencian unos vuelos de otros, y otras que se repiten en función de los destinos. En cada vuelo vienen mayoritariamente ciudadanos del país al que nos dirigimos, y esto da unas características sociales que nosotros desde la cabina apreciamos en poca medida, pero que nuestros compañeros auxiliares de vuelo sí que notan mucho más. El pasaje japonés es educado, respetuoso y muy agradecido.
Como ya saben, en estos vuelos tan largos vamos una tripulación doblada. Esto significa que vamos 4 pilotos: dos comandantes y dos copilotos. La razón es bien simple de entender y se debe a que hemos de descansar en vuelo y lo hacemos en unas literas que tenemos al efecto. El comandante del vuelo es uno solo y el otro hace de refuerzo, y en el vuelo de vuelta se cambian los turnos y el cargo. Para los copilotos la función es la misma en ambos vuelos, aunque se turnen en el orden de los descansos. En otros vuelos, dependiendo de su duración, vamos tan solo dos ó tres en función de las horas de vuelo y si hay escalas en el trayecto. Esto redunda en su seguridad, así que hoy al igual que siempre su tranquilidad está más que justificada.
Curiosamente el otro comandante de hoy es un compañero con el que volé en uno de sus primeros vuelos como comandante en esta flota y que a la vez era mi penúltimo vuelo como copiloto de la misma. Han pasado cuatro años, y aquí estamos ahora los dos sentados a la vez a la izquierda en la misma flota. Para nosotros es solo una anécdota, para ustedes es más seguridad y tranquilidad y si encima llegamos antes de hora y ahorrando combustible ¿qué más puedo pedir de un día de trabajo ?
Muchas gracias por volar con nosotros una vez más, les deseo una buena estancia en este país tan singular para los occidentales: Japón


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