La aviación vista por un aviador

Paciencia

Muy buenas tardes señores pasajeros.

Hoy es para todos nosotros un día especial. Para ustedes, que nos acompañan a Panamá cada uno con sus razones personales o profesionales, y para nosotros porque, como cada vuelo, es un nuevo cruce del Atlántico sobre estas alas metálicas y a toda velocidad. Algo que a pesar de tantos años de aviador y de los cientos de saltos dados de orilla a orilla me sigue sorprendiendo.

Siempre que venimos a volar lo hacemos con una ilusión y unas ganas de hacerlo bien insuperables. Venimos no solo a trabajar sino a disfrutar de hacer todos los procedimientos correctamente, buscando la excelencia en cada pequeño detalle de la operación. Y al final del día nos llevamos el buen sabor de boca de mantener unos niveles bastante altos en la obtención de nuestros objetivos.

Pueden sonar algo “prepotentes” estas palabras, pero no contemplamos otra opción más que hacer las cosas bien, o por lo menos lo mejor que las condiciones nos dejen, ya que la otra alternativa no existe en nuestros planes. Cada vuelo es un reto en sí por lo que supone sobrevolar estas tan bastas distancias con seguridad y eficacia, ofreciéndoles al mismo tiempo el máximo nivel de confort a nuestro alcance.

Hoy es uno de esos días en que se demuestra la teoría de que Murphy existe como una norma contrastada: La Ley de Murphy. Madrid amaneció lluvioso y gris, en torno a las 10 de la mañana empezó a nevar. El tráfico rodado en la ciudad, ya de por sí intenso los Lunes por la mañana, empeoró, con lo que el trayecto al aeropuerto fue complicado y casi no llegamos en hora para mantener la puntualidad que nos caracteriza. Procedemos con todo el proceso de la preparación del vuelo sin mayor diferencia a cualquier otro día. Ya en el avión y comenzado el embarque nos enteramos por la frecuencia de torre, que han cerrado una pista y en consecuencia, nos dan una hora estimada de salida….. ¡para las 08:19 de mañana por la mañana!. Se pueden ustedes imaginar la cara de susto que se nos puso en la cabina. Sin rendirnos al desaliento, y conscientes de que más pronto que tarde podríamos despegar conseguimos cerrar las puertas del avión en hora y a partir de ese momento asistimos o fuimos partícipes de “la batalla” que acababa de comenzar. Eran las 12:50 y estábamos en una de las franjas horarias de más tránsito en el aeropuerto, la frecuencia completamente saturada porque todos queríamos salir a la vez y solo había una pista abierta. Los servicios de limpieza de las pistas no habían terminado su labor, no sé si por falta de medios o porque la nevada era realmente intensa. La realidad es que las pistas para aterrizar estaban operativas, pero para despegar solo había una.

A todo esto hay que añadir el factor del deshielo. Los aviones antes de despegar han de estar limpios de contaminantes sobre las alas y superficies de mandos de vuelo, y eso se hace con unos camiones que chorrean una mezcla caliente de agua y glycol sobre la piel del avión para limpiarla de nieve y hielo. Este proceso ha de hacerse cerca de la pista de despegue ya que la efectividad de este agente líquido es limitada en el tiempo. Estos camiones estaban saturados y su proceder ralentizaba aún más la secuencia de despegues.

Mientras tanto, la otra pista se estaba contaminando, y oímos a un avión que abortó el despegue porque el comandante no las tenía todas consigo. Así que ambas pistas estuvieron inservibles durante bastante tiempo. Finalmente abrieron una pista y, obviamente, todos como locos pidiendo permiso para salir. Una vez más la frecuencia saturada. Pudimos oír cómo cambiaron de controlador varías veces a lo largo de este tiempo, pero conseguimos mantener nuestro plan de vuelo activo. Durante las casi 3 horas de retraso he ido informando a los pasajeros cada media hora del devenir de los acontecimientos, para que estuvieran tranquilos y pudieran alimentar su paciencia. También le pedí al sobrecargo que ofreciera bebidas a los pasajeros y algún refrigerio. Finalmente salimos del parking, nos pusimos en marcha nos deshelaron el avión y….. ¡Despegamos!

Realmente no había tanta nieve, y los tres pilotos nos quedamos con una sensación de que esto en Chicago no pasa, y eso que allí caen metros de nieve.

Desde 2009 no caía una nevada de este calibre en Madrid, hoy nos ha tocado a nosotros. Y ahora ya vamos hacia Panamá, la República Dominicana queda detrás ya y ustedes están merendando mientras nosotros vamos a preparar la llegada y aproximación. Hemos elegido volar a casi la máxima velocidad del avión y estamos recuperando parte del tiempo (unos 20 minutos por ahora ) y el consumo extra de combustible está dentro de márgenes. Días como hoy son un verdadero reto, mental y físico porque estar tantas horas sentado en la cabina a la espera del despegue es agotador.

Pero este reto ya está casi superado y en menos de dos horas estaremos tomando tierra en Tocumen sin mayor problema. Me consta que algunos pasajeros, de haber visto a las 11:00 de hoy que la hora estimada de despegue eran las 08:19 de mañana, hubieran pedido abrir las puertas y quedarse en la terminal….dudando de la decisión de este Comandante. Pero tengan en cuenta que la experiencia es un grado y si la decisión fue cerrar puertas y estar listos para poder despegar cuanto antes, es porque sabemos que las circunstancias reales suelen ser cambiantes y todos, tripulación y pasaje, tenemos que estar en nuestros sitios para aprovechar la más mínima oportunidad que surja para superar el obstáculo y completar sin más dilación nuestro vuelo al destino.

Muchas gracias, repito, muchas gracias por su paciencia y comprensión.

Les espero en el próximo vuelo.

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2 respuestas a “Paciencia”

  1. Avatar de Francesc Casellas Saderra (@linwer)
    Francesc Casellas Saderra (@linwer)

    Que grande eres Paco!
    Mi nieto con 11 años lo ha leído de carrerilla y hasta le ha dado ritmo de rap. Muchas gracias por no olvidarse de los demás.

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    1. Muchas gracias a vosotros.

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