Hoy no puedo empezar mi relato con un saludo educado como “buenos días”. Hoy ha sonado el teléfono de la habitación del hotel y estaba tan profundamente dormido que salté de la cama y salí corriendo hacia la puerta sin saber muy bien donde iba, pero al llegar allí dejó de sonar y es cuando caí en la cuenta de lo que pasaba.
Estaba en una habitación de hotel y me llamaban con el preaviso de la recogida del transporte al aeropuerto. Aún así, pensé que se habían equivocado (a veces ocurre) y me llamaban a las 20:25 cuando la llamada debiera ser a las 08:25. En consecuencia, esperaba que me llamaran por la mañana y amaneciendo, entonces me volví a la cama y me dormí de nuevo… Pero no era así… Yo, en mi sueño, seguía pensando que se habían equivocado cuando realmente me llamaron a la hora que debían hacerlo y, en ese despiste del sueño profundo, no me di cuenta de mi error hasta que me llamaron por segunda vez para confirmar mi despertar.
Quizás las horas de las que hablo no sean extrañas, pero la hora local en España, la hora de mi sueño, eran las 02:25 y llevaba solo unas 4 horas durmiendo. Son estos detalles de la vida del piloto que, entre muchos otros, marcan una gran diferencia con cualquier otra labor profesional. Como contrapartida, tenemos la suerte de no llevarnos a casa trabajo ni responsabilidades, tan solo nos llevamos la preparación de cursos de reciclaje o mejoras y, sobre todo, mucho sueño.
Me decía un compañero hace años sobre estos vuelos largos sobre el Atlántico, que con tanta tecnología a nuestro servicio, el sentía que la empresa nos pagaba por pasar sueño. Es posible que a veces nos lo parezca, pero no lo es.
Hoy mismo, podría ser un vuelo rutinario, pero estoy seguro que para ninguno de ustedes es un día normal: estamos volando hacia España y desde un país tan singular como Cuba. Es en estos vuelos en los que percibo de forma más especial en las caras de ustedes muchas historias, diferentes e inquietantes. A parte de algunos turistas europeos, veo en las caras de los nacionales los nervios de salir de Cuba, las ansias de llegar y ver a los familiares que los esperan, algunas parejas de novios, tantas historias como pasajeros…
Además, parece ser que ha habido una huelga en Francia y muchos pasajeros han sido desviados en nuestro avión hacia sus destinos finales, así que en la terminal se me han acercado varios empleados de compañías aéreas que necesitan regresar a España porque el Lunes trabajan y sus billetes están sujetos a espacio. Al final hemos conseguido acoger a todos y haciendo una labor de “Tetris” acomodarlos a todos de la mejor manera posible. Entre unas cosas y otras, nadie se ha quedado en tierra y estamos disfrutando del buen hacer de mis compañeros copilotos.
Hoy este vuelo lo hacen ellos y todo va bien, tenemos una noche espléndida sin turbulencias pronosticadas en el cruce del Atlántico y Madrid nos espera con algo más de frío que en La Habana, pero en invierno es lo que hay que tener: frío.
Nuestro avión es el último en incorporarse a la flota de la compañía, tiene menos de un mes, y al entrar en él hace unas horas cuando estaba vacío y medio en penumbra nos recibió con la señal inequívoca de su juventud: huele a nuevo. Huele a coche, a sofá, a moqueta nueva, a tienda de muebles. Es una grata sensación estrenar (casi) un avión. Todos los paneles están limpios, no hay muestras del desgaste por el uso o roce en ningún sitio. En la cabina todos los interruptores y paneles tienen aún el brillo de nuevos y ninguna de las teclas o botones ha perdido su color de fábrica. Por fuera no tiene manchas de grasa, y los frenos están limpios, los amortiguadores brillan y en general parece que lo acaban de sacar del concesionario.
Volar, vuela igual que todos, y no se notan cambios en la forma de actuar, pero nosotros sabemos que es un pájaro joven que ha empezado sus primeros vuelos con nosotros, y que (por ahora) aún tenemos más horas de vuelo que él.
Entrando ya en el espacio aéreo del Atlántico solo nos quedan 6 horas para llegar a Madrid, todo está bien. Es su hora de dormir para no tener sueño mañana.
Buenas noches y gracias por volar de nuevo con nosotros.


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