Buenas noches señores pasajeros:
Hoy venia hacia el aeropuerto con esa tranquilidad y calma mental que voluntariamente exagero previo a los vuelos, con el fin de estar listo ante cualquier eventualidad.
Al ser un vuelo nocturno las señales que mi cuerpo me manda son inequívocas de rechazo ya que, a pesar de haber dormido una buena siesta durante la tarde, el prepararme para pasar una noche en vela no es natural. Al llegar al mostrador de facturación me encontré una larga cola de compañeros esperando a facturar las maletas y eso me extrañó, parece ser que el sistema informático iba lento y había cierto retraso en el envío de nuestros equipajes por la cinta transportadora.
Realizado este trámite, me dirigí con rapidez al control de seguridad para de allí ir a las oficinas y despachar el vuelo. A pesar de ser casi la media noche había mucha actividad porque a estas horas salen muchos vuelos y todos son de largo recorrido.
Al ver la documentación, vemos que hay una fuerte componente de viento en cara que hace que nuestro vuelo se prolongue durante 12:33 cuando lo normal es que no llegue a las 12 horas. Vamos a despegar con poco margen, con el peso máximo, así que no cabe la posibilidad de poner más combustible para ir más rápido, a menos que bajemos sus maletas y la carga, cosa que no haremos.
Con este plan doy el briefing a la tripulación y nos vamos hacia el avión. Al llegar a pie de la pasarela, el coordinador nos estaba esperando para informarnos de cómo estaba la situación: combustible cargado, pasaje listo para embarcar, pero…. teníamos un SLOT para nuestra salida de… ¡algo más de una hora!
Esto supone tres cosas: retrasar el embarque para no tenerlos a ustedes dentro del avión tanto tiempo, buscar a esa hora de la noche a un cuarto piloto ya que sobrepasaríamos la actividad de vuelo máxima legal, y, la tercera, que me corresponde decidir sobre circunstancias poco usuales para velar por la mejor opción para todos los intereses en juego.
Estos SLOTS, en su gran mayoría suelen reducirse, pero ¿y si doy la orden de embarcar y después no se reduce lo suficiente? Aún así estarían mucho tiempo dentro del avión, además de las 12:33 previstas de vuelo, y eso me parece evitable. Traer a otro piloto es un sobrecosto para la empresa muy alto, considerando también que llamar a estas horas a alguien supone un trastorno personal que tampoco nos iba a reducir la espera porque tendríamos que esperar por él inevitablemente.
Los vuelos entre Europa y Sudamérica discurren en su gran mayoría por un conjunto de aerovías paralelas que unen el sur de la Península Ibérica con el norte de Pernambuco en Brasil. Recabando información resulta que hoy, huyendo de la meteorología reinante al norte de Canarias, todo el tráfico europeo baja hacia el Sur, por la misma aerovía por la que queremos ir nosotros y de ahí la demora impuesta por control.
En búsqueda de una solución, concluyo que lo mejor es llamar a nuestras oficinas centrales y pedirles que planifiquen un vuelo por otra aerovía que va más al oeste, igualmente alejada del frente tormentoso, y que me digan qué ocurre en ese caso con el plan de vuelo.
Me contestan a los dos minutos y me dicen que el combustible requerido es el mismo (así que no hay que bajar nada ni a nadie ), pero al tener que recorrer algo más de distancia, lo planifican a una velocidad inferior y por ello tardaremos 12:40 en llegar. Esto es, 7´de diferencia sobre el trayecto anterior pero con notable ventaja en cuanto a la hora de salida. Aceptamos este nuevo plan de vuelo.
Inmediatamente doy el visto bueno para que empiecen con el embarque, nos quitan toda la regulación y ahora hay que correr para salir en hora ya que vamos con bastante retraso. Los auxiliares ya tienen la cabina lista, nosotros tenemos que modificar todo lo que habíamos preparado en las computadoras del avión y cambiarlo por la nueva ruta. Nuevos cálculos y, en lugar de tenerlo todo en papel normal, tenemos que imprimirlo con la impresora y el formato cambia bastante.
Finalmente lo conseguimos, entra el último pasajero, no hemos tenido que cargar más combustible ni traer a otro piloto, ¡parece que cerramos puertas en hora!.
Pero… ¡aparece Murphy y me dice el coordinador que faltan dos pasajeros sin maleta facturada, así que se cambia la hoja de carga rápidamente, nos despedimos y cerramos puertas.
Respiramos hondo porque ha sido una carrera contrarreloj con más obstáculos de lo normal y 5 minutos de retraso sobre la hora oficial, y esto no me gusta nada.
Como hay bastante distancia entre nuestro puesto de estacionamiento y la pista de despegue, dividimos el trabajo: yo me encargo de las comunicaciones durante el retroceso y puesta en marcha, mientras los copilotos acaban con la impresora y los cálculos de despegue. Pido autorización para poner en marcha y retroceso, y comenzamos la maniobra. Para la puesta en marcha solicito a uno de los copilotos que esté atento para no hacerla yo solo ya que es algo sensible y muy importante.
Vamos ya rodando hacia la pista de despegue y ellos han terminado con el plan de vuelo, y tenemos entre los tres los cálculos listos. Últimos chequeos antes del despegue y acercándonos a la pista, el control de superficie nos dice que cedamos paso a otro avión, pongo el “freno de mano”.
Cierro los ojos un segundo y hago un rápido chequeo de comprobación de lo que tenemos para asegurar una vez más que no olvido nada: listas, planes, velocidades, flaps, fallo de motor, frenada, ascenso, está todo. Respiro profundamente y pongo todo detrás de mí, ahora hay que despegar y volar. Ya no hay prisas, ya estamos en marcha… Abro los ojos y nos autorizan a entrar en pista para el despegue, hoy le toca hacerlo a uno de los copilotos.
Luces, potencia máxima y el avión comienza a acelerar, 100 nudos…V1… rotación….
Ahora estamos ya sobre Brasil, sobrevolamos Petrolina, llevamos casi 9 horas de vuelo y no hemos tenido que desviarnos en ningún momento por la meteorología, estamos ahorrando casi mil kilos de combustible y vamos a llegar en hora a Montevideo. Ha merecido la pena la carrera que nos hemos dado nada más comenzar a trabajar hoy.
No solo se trata de volar: es una combinación de gestión de recursos, de tiempos y de personas, y de una conciencia situacional global sobre todo lo que encierra una operación tan compleja como ésta, para poder solucionar con agilidad y eficacia cualquier obstáculo que se presente a lo largo de la cadena de acontecimientos que implica un vuelo comercial.
Nos espera una mañana de Domingo con algunas brumas y una temperatura rondando los 10°C, con apenas nada de viento y que nos abren un día espléndido para finalizar la semana en Uruguay.
Muchas gracias por volar con nosotros una vez más, y espero poder volver a verles de nuevo en nuestro próximo viaje.
Francisco López


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