A pesar de ser casi las 10 de la noche en España, el Sol está en la vertical sobre nosotros mientras sobrevolamos el Caribe.
Estamos disfrutando una vista fantástica de un mar que mezcla los verdes con los azules y una fina capa de miles de pequeñas nubes que parecen ovejas ordenadas por el viento…
Mientras me como una naranja en la cabina del avión no sin esfuerzo, ya que la superficie de la pequeña mesa y el plato no son los más adecuados, pienso en lo afortunados que somos.
Todo lo que vemos a nuestro alrededor es magnífico, hermoso, luminoso y transmite una calma y una paz que,siendo lo ideal, no ocurre necesariamente así en todas partes. Muy cerca de aquí, a unas 400 millas a nuestra izquierda, está Caracas y estos días vive unos tiempos muy convulsos y revueltos. Desde este remanso de tranquilidad que es este pequeño avión, no puedo más que transmitirles toda la fuerza, el ánimo y la sensatez para que vuelvan a ser lo que siempre fueron y lo que siempre se han merecido.
A principio de este mes he tenido que pasar por lo que llamamos un curso de refresco, que consta de unos días en los que, junto a unas clases teóricas y unas sesiones en el simulador, repasamos una serie de procedimientos de dos tipos : repetitivos y específicos de ciertos sistemas del avión.
Ocupan dos días y cada sesión de simulador son 4 horas de mucho trabajo. El simulador es el videojuego más grande del mundo y el más caro. Es una especie de caja sobre unos martinetes hidráulicos donde nos metemos una tripulación y un instructor. A lo largo de esas 4 horas ocurren muchas cosas y el sistema es capaz de simular casi cualquier situación atmosférica, en casi cualquier aeropuerto del mundo y todas las emergencias y/o averías que se pueden dar en un modelo de avión específico.
A lo largo del año tenemos 2 cursos de refresco y revisamos todos los sistemas del avión cada dos años. Así que en 8 simuladores vemos todo. Igualmente en las clases teóricas tenemos exámenes, vemos los nuevos procedimientos, todo lo que ha cambiado, porque todo está cambiando constantemente y, al final, obtenemos una calificación, una nota. Se nos puntúa en muchos factores: conocimientos, liderazgo, habilidades manuales de vuelo, etc… Y el rango es desde 0 a 5.En una de esas sesiones, el instructor es sustituido por un “inspector” de la autoridad aeronáutica y es en esa ocasión cuando nos firma nuestra licencia de vuelo. Si no la firma no hay vuelo, con todas las consecuencias que conlleva a nivel profesional, económico y familiar. Así que, en mayor o menor medida, a estos cursos de refresco siempre vamos con cierto temor, cautela o miedo. Cada uno de nosotros lo vive como lo siente ya que en el fondo, al igual que el examen médico, es una prueba de nuestra pericia sin la cual se acaba todo. Y repito: esta supervisión es anual.
Pues debí hacerlo bien, porque me firmaron y aquí estamos sobre el Caribe camino a Panamá donde nos vamos a encontrar a Su Santidad el Papa. Son las JMJ estos días y el avión viene lleno de sacerdotes, monjas, muchos chavales con una ilusión en la cara que es muy contagiosa. ¡Es normal!.
A pesar de esa inspección en el simulador, hay otro control más que es la Verificación en Línea, ya que el simulador es una prueba de conocimientos muy amplía, tanto que en absoluto es como un vuelo normal: hacemos muchos despegues, aterrizajes seguidos con muchas averías y combinación de estas . La vida real como ven es mucho más “aburrida” y esto también se supervisa. Así que en este vuelo podrán ver que vamos dos comandantes y un solo copiloto ya que el otro comandante es un Verificador que en este vuelo nos califica igualmente en la operación normal y cuando lleguemos a Madrid, estoy seguro que algo nos dirá para mejorar y pulir nuestra operación.
Nos quedan hora y media para llegar a Tocumen donde hace una tarde preciosa, con unos 33ºC muy húmedos. Una vez más muchas gracias por volar con nosotros hoy, y espero disfruten mucho de su estancia en Panamá.
Saludos y hasta la próxima.


Deja un comentario