Muy buenos días señores pasajeros.
Ayer mientras paseaba por la plaza de San Telmo, en Buenos Aires, observaba a una pareja que bailaba un tango con mucho arte y sonaba uno que se llama “Al Mundo Le Falta un Tornillo”. Es un tango muy gracioso en el que se relatan una serie de acontecimientos que llevan al cantante a manifestar esa frase tan significativa.
Quizás tenga razón el autor, porque al hacer un poco de memoria de los casos de emergencia que he tenido en mi carrera profesional, siempre han sido consecuencia de algún incidente relativo a pasajeros y no con el avión.
En los aviones aunque les falte un tornillo, o se les rompa algún aparato, siempre tenemos una alternativa. Realmente tenemos varias formas de sustituir o realizar el mismo trabajo pero con otros sistemas. Si se rompiera una de las pantallas que tenemos en cabina que nos muestran los instrumentos, podemos sustituir la información en otra de las pantallas, si se rompiera una de las bombas de combustible tenemos varias en reserva que pueden mantener el flujo de combustible a los motores. Si se parase un motor, tenemos otro con el que podemos seguir hasta un aeropuerto cercano y aterrizar con total seguridad. Y así con todos los sistemas vitales del avión.
Forma parte de la filosofía aeronáutica: siempre hay que tener un plan B, C y hasta D. Prevenir es la mejor manera de evitar problemas, y aquí arriba los problemas cuanto más lejos mejor. Hay muchas cosas que se prevén solo por sentido común, pero la gran mayoría de acciones que tomamos para evitar algo, suelen venir de las conclusiones que se obtuvieron de la investigación tras un accidente. Aprendemos de nuestros errores y la industria es lo suficientemente humilde como para estar constantemente buscando esos errores y asumiendo que el 100% de seguridad no está garantizado aún.
Ayer estábamos en la aproximación al aeropuerto de Ezeiza, donde es verano en esta época del año. El viento prominente hacia recomendable el uso de la pista 29, así que estábamos sobre el Río de la Plata descendiendo para 3000 pies y debajo de una nube gris y oscura.
Esta nube estaba en un punto entre la costa y la pista. Iba volando el avión a mano y sin piloto automático mientras las fuertes corrientes de viento bajo la tormenta, movían el avión con cierta insistencia a la vez que yo hacía lo posible para reducir la velocidad. Una vez estabilizados en el rumbo final hacia la pista, me preparé para un fenómeno que suele ocurrir en situaciones como esta: la cizalladura.
Básicamente es un fenómeno en el que a diferentes capas de la atmósfera hay cambios sustanciales de velocidad y dirección del viento. Si esto ocurre aquí arriba ( en crucero ) pues no pasa nada más que una pequeña turbulencia, pero tan cerca del suelo como cuando aterrizamos o despegamos, puede poner al avión en una situación crítica y comprometida. Pueden darse dos situaciones, puede ocurrir que ese cambio en la dirección e intensidad del viento deje al avión sin velocidad, o por el contrario lo acelere. Si el viento pasa de empujarnos a tenerlo en cara o viceversa afectará de manera importante a la actitud del avión y a la capacidad de maniobra del piloto.
Estando cerca del suelo, no es inteligente dejarse nada al azar, así que bajo la nube llevaba un poco de viento en cola, pero sabía que antes del aterrizaje ese viento iba a cambiar a justo lo contrario con lo que me preparé para no dejar al avión “colgado” de velocidad. Añadí un poco más de potencia para que cuando ese viento que nos empujaba desapareciera, los motores estuvieran ya listos para suplir esa carencia de sustentación y mantener el control del avión.
La pista es larga y habíamos calculado aterrizar con Flap 3 y frenada automática en Low, así que una vez en el suelo pudimos frenar suavemente y salirnos por la intersección que teníamos planificada. De allí al parking fue cosa de unos minutos.
Hacía más de un año que no iba a Buenos Aires y siempre es especial para mí.
Hoy en cambio estamos ya de regreso a Madrid, donde como mucho tendremos 15º, algunas nubes y viento del sur. Aterrizaremos desde el norte y hacia el sur, así que también hoy nos preparamos para algo de cizalladura originada por el terreno al noroeste del aeropuerto.
Cuando era aprendiz de piloto recuerdo un consejo que me dieron: “Si el avión vuela a 0.82 la velocidad del sonido, tu cabeza ha de pensar más rápido y adelantarse al avión.” Prevenir es el secreto para una vida sana en este mundo.
Muchas gracias por volar con nosotros hoy, y como siempre, espero volver a verles de nuevo en nuestro próximo viaje.


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