Muy buenas tardes señores pasajeros.

Una vez más el Triángulo de las Bermudas nos recibe con una luz que no deja que descansen nuestros ojos. El reflejo sobre el mar en calma, es como el de un espejo unos 11 kilómetros y medio allá abajo. Algunas pequeñas nubes nos dan la bienvenida a esta zona mientras las sobrevolamos, y desde arriba casi podemos ver cómo se mueven lentamente empujadas por el fuerte viento del oeste que impera en esta zona hoy.

Segundo café de la tarde (en España son las 00:20 locales ), y parece que ya hemos pasado la zona de turbulencias que esperábamos cruzar en mitad del Atlántico, pero que finalmente tan solo fueron unos breves “meneítos”  ya que pudimos subir antes de lo esperado y a niveles altos hoy no nos afectó casi nada. Fue por aquella zona, donde el control nos pidió que contactásemos con una pareja de aviones que viajaban juntos, muy bajo, y estaban más cerca de nosotros que de Lajes.

Parece que iban bastante ocupados con superar la turbulencia y se trataba de una pareja de aviones de tamaño  medio que no podían ascender más, intuyo que por alguna razón de diseño. Lo cierto es que, dadas las leyes físicas de la propagación de las ondas de radio, al ir tan bajos, el centro de control no podía comunicarse con ellos desde tan lejos ( unas 250 millas ),  y nos pidieron que hiciéramos un “relay” para transmitirles un mensaje. Es una práctica relativamente común en aviación.

Estando en este mundo tan orientado hacia la seguridad y la eficacia de la aviación comercial, me llama la atención el cómo se nos olvida a veces que hay otra aviación. Realmente hay muchas más. En este caso estaríamos hablando de la aviación general, pero existe la aviación de carga, la acrobacia aérea, la privada, la ejecutiva y la militar, por citar algunas. 

Hoy va realizando el vuelo un compañero que es de los “nuevos”. Yo voy haciendo labores de capacitación una vez más y, una de las cosas que siempre hago, es familiarizarme con la persona y su historial aeronáutico, para saber antes de nada con quién “me estoy jugando los cuartos”. Este joven piloto estuvo en las flotas de corto recorrido tan solo un año y unos meses en nuestra compañía y, anteriormente, había volado un número interesante de varios tipos de aviones en el Ejército del Aire. Terminó su carrera militar como piloto de caza volando nada más y nada menos que el F-18. 

Para mí es sobrecogedor volar con alguien así. Solo él sabe el número de pruebas y niveles de exigencia que ha tenido que demostrar para llegar a donde llegó y ahora está aquí aprendiendo a manejar este aparato tan grande y diferente a todo lo que había volado anteriormente. Es un honor para mí saber que acompaño a un piloto tan excelente como él. Se nota en pequeños detalles que no hay mediocridad y su nivel de excelencia  es muy alto. Qué suerte poder contar con él  en este  vuelo y como compañero en la compañía.

Pues seguimos hacia ese Sol que parece nunca ponerse oyendo a otros aviones comentar en la frecuencia entre aviones, conversaciones relajadas sobre los destinos donde van y mandándose saludos entre ellos. 

Es la primera vez que nuestro compañero viene a Miami y para él será nuevo todo, ya que a pesar de que los procedimientos son estándar en todo el mundo, cada lugar tiene sus pequeñas diferencias, y Estados Unidos no es excepción. Siempre nos llama la atención que la política de trabajo y gestión entre los controladores es la de trasladar al piloto la responsabilidad de algunos momentos del vuelo, mientras que en Europa, el controlador está encima de todo. Por ejemplo: es normal que en USA nos autoricen a aterrizar siendo el número 6 en la secuencia, en el momento que el controlador nos autoriza ya es cosa nuestra ajustarnos al avión precedente y, en caso de frustrar el aterrizaje,  es nuestra decisión siempre. También que los aeropuertos sean tan grandes tiene como consecuencia que la atención que hay que  mantener en los rodajes en tierra sea realmente intensa, tanto por el número de aviones que nos rodea, como por la constante conversación en las frecuencias. 

También hay un detalle interesante: en Europa tras hablar con la torre pasamos con control de rodadura y éste nos acompaña hasta el puesto de estacionamiento, mientras que en USA rodadura nos pasa en un momento dado con la terminal, siendo ésta la que nos da permiso para entrar o no al parking designado. Cada terminal tiene su frecuencia y control, así que se hace raro hablar con estos estamentos nuevos. Como digo, la operación en estos grandes aeropuertos es intensa y aquí es más cierto si cabe aquello de que “el vuelo no se acaba hasta parar los motores”.

Durante el embarque, y a través de los cristales del finger, me saludaron muchos niños y jóvenes que iban acompañados de sus padres o en grupo. Se acerca la Semana Santa y parece ser que van ustedes hacia  Orlando para pasar unos días en Disney World, cosa que les envidio y espero disfruten mucho. Siempre merece la pena volver a sentirse niño.

Muchas gracias una vez más por volar hoy con nosotros y hasta el próximo vuelo.