Buenos días señores pasajeros.
Van a dar las 6 de la mañana y ya se vislumbra una tímida línea del horizonte mientras nos aproximamos a la costa Oeste de la Península Ibérica. Empieza a amanecer a la vez que ha salido la Luna con un fino cuarto menguante que destaca blanco entre los ocres y azules de la noche.
Al igual que en toda institución donde existe un orden piramidal de mando, como en el ejército, una empresa, o un equipo de deportivo, en un vuelo también existe esa cadena de mando en la que, desde un puesto superior, se manejan unas responsabilidades y unos objetivos que son liderados por esa cúpula.
Igualmente existe otra cadena más peligrosa, que es la cadena del error. En esta otra estructura, el error ha de ir superando por si solo una serie de pruebas o barreras que el sistema le ha puesto para, finalmente, poder conseguir su objetivo que no es otro que el de ser la causa de una situación desagradable.
Entre todos los procesos previos al vuelo está uno que es el de su planificación. Todo comienza con un cálculo de una previsión sobre lo que se va a transportar. Esta cifra es definitiva en el cálculo del combustible a cargar para realizar el vuelo con seguridad. Este número define en gran medida los beneficios del vuelo, y teniendo en cuenta todos los márgenes de seguridad sobre las cantidades que hay que transportar, se ajusta mucho en búsqueda de un dato que sea lo más real posible.
En la hora previa al despegue se trabaja con un dato de peso total con el que se van estimando unas velocidades y unas capacidades del avión que pueden o no permitir llevar toda la carga que tenemos disponible. Pudiera darse el caso de un vuelo en el que no se puedan transportar todas las toneladas de carga previstas ya que hay que priorizar antes de la carga a su equipaje, y el avión no pueda despegar con tanto peso.
Todos esos datos de previsión son cruciales para el cálculo de un vuelo. Pero el error está siempre al acecho para intentar colarse entre los filtros que le ponemos. Se podría dar el caso de que se planificara un vuelo con un peso al despegue inferior al real, con lo que la carga de combustible no sería suficiente. Pero esos datos pasan por muchas manos y al final somos nosotros los pilotos los que decidimos la cantidad exacta de combustible tras evaluar todos los datos. Y aunque el dato erróneo esté en un documento, siempre es fácil de detectar ya que afecta a otros muchos parámetros.
Hoy despegamos de Miami con 55 toneladas, todo su equipaje y varias toneladas de fruta que venían de Honduras hacia Europa. Llegaremos a Madrid en una hora aproximadamente y tendremos un resto de 8,5 toneladas. Más que suficiente para esperar en Madrid en caso de que hubiese algún problema en el aeropuerto o incluso irnos a Zaragoza y aterrizar allí sin problema.
Como vemos, hoy el error no ha conseguido colarse y hemos roto esa cadena que tanto tememos y de la que tanto nos protegemos.
Muy buenos días y gracias una vez más por volar con nosotros.


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