Muy buenas noches señores pasajeros.

Por fin estamos ya en crucero de camino a Madrid.

Desde antes de salir del hotel sabíamos que el avión que venía para llevarnos a casa era un modelo diferente al esperado. El avión habitual es un 200, pero llegó un 300. Parece ser que el avión que teníamos asignado se había averiado en otro destino y para no retrasar nuestro vuelo nos mandaron como sustituto al hermano mayor del nuestro.

Las diferencias son bastantes: el “pequeño” puede despegar con más peso y más combustible que el “grande”. También lleva más pasajeros y vuela mucho más lejos. Estas diferencias son características que el diseñador y fabricante del avión implementa en sus productos,  y las compañías aéreas optimizan para la operación que deseen vender.

Sea como fuere, aunque nuestro avión finalmente sea más grande que el esperado,  tiene unas limitaciones que nos harán trabajar un poco más antes de la salida. Teníamos un peso previsto al despegue y,  según vamos calculando,  a priori y si se mantiene la elevada temperatura ambiente, habría que bajar a 50 pasajeros y toda la carga para poder llegar a Madrid sin parar.

Nuestro objetivo es evitar esta situación en todo lo posible, por lo que significa de trastorno para esas 50 personas que no van a poder volar y el problema comercial que pueda suponer a nuestros clientes el retraso en la entrega de la carga. Así que, buscando una solución adecuada,  barajamos salir con todo el peso haciendo una escala técnica en Santo Domingo para repostar y realizar el cruce del Atlántico sin problemas. Aún resultando que esta decisión entra en el ámbito de mi competencia, creo conveniente consultarla a los jefes así que, llamo a Madrid a pesar de que allí es ya de madrugada, y me confirman que es lo más adecuado.

Según pasan los minutos la temperatura va bajando y si llega a 17ºC, será suficiente, según nuestros cálculos,  para llevar todo el combustible necesario, todos los pasajeros y hasta la maletas sin necesidad de escala técnica.

Comenzamos el embarque y estamos a unos 15 minutos de la hora oficial de cierre de puertas, pero se nos acaba de encender un aviso de baja presión en uno de los acumuladores de líquido hidráulico del sistema verde. Así no podemos volar de ninguna manera, con lo que llamamos a mantenimiento para que lo solucione. La temperatura ha bajado un grado… esperamos.

Consultamos a la torre los últimos datos meteorológicos del aeropuerto y el viento es calma ahora, así que nos ponemos a calcular las posibilidades de despegue por la otra pista y los números mejoran, pero no se suficiente aún aunque el termómetro sigue bajando…

Acaban de entrar todos los pasajeros,  y mientras se colocan e instalan,  les informo del pequeño retraso que vamos a tener mientras arreglan lo del sistema hidráulico. Ya es la hora, pero los mecánicos están aún trabajando en el avión, me dicen que en 3 minutos acaban.

Las circunstancias han cambiado debido a la bajada de la temperatura en unos pocos grados, realizamos nuevos cálculos y, finalmente, decidimos hacer el vuelo directo dejando solo la carga en tierra.

Los técnicos suben y nos informan de lo que han reparado. Hacen una pruebas en cabina pero el aviso no desaparece, y me dicen que hay que hacer un “crank” al motor 2. Esto es que se hace girar al motor hasta una velocidad determinada, pero no se le inyecta combustible, así que tan solo gira haciendo que la caja de accesorios se mueva también. Para hacer esto hay que pedir permiso a la torre de control ya que vamos a hacer girar un motor en el estacionamiento. Lo obtenemos mientras el ingeniero va a por la documentación del protocolo a seguir.

Nosotros tranquilos porque esto nos asegura la esperada bajada de temperatura que ya va por 18ºC, queda menos. Por la ventana veo al ingeniero buscando en su furgoneta la documentación necesaria pero de repente observo que ha desaparecido el aviso. Llamo al mecánico y este sube, lo vuelve a comprobar y hace una última prueba dando como resultado todo ok. Rellena la documentación en la bitácora de mantenimiento del avión y nos vamos.

Cerramos puertas y retrocedemos. Finalmente iremos a la pista que mejores prestaciones nos ofrece para despegue. Todos los pasajeros, sus maletas y el combustible necesario para llegar a casa, pero hoy le vamos a pedir a los motores toda la potencia que pueden dar y además la que solo usamos en casos especiales. Hoy es un día especial de esos, porque sobre el peso que llevamos tan alto hay que añadir la degradación de los motores por  estar despegando de un aeropuerto tan alto como Medellín ( 7000 pies).

Los motores en el despegue nos han dado 113,4%, mientras que ahora con solo un 96,2% estamos manteniendo un crucero a nivel óptimo y velocidad de 0.81 Mach.
A pesar de tanto cambio y la preocupación por traer a todo el pasaje ya solo nos faltan 7 horas para llegar a Madrid y será una tarde espléndida de Sol y pocas nubes.

Confío que no les suponga mucho trastorno el retraso que todo esto ha ocasionado, pero ciertamente el resultado final ha sido mucho más favorable para todos ustedes que la primera opción que nos encontramos al llegar al aeropuerto.
Muchas gracias.