La aviación vista por un aviador

EL VUELO ACABA EN EL HOTEL

Buenos días señores pasajeros.

Mientras recorremos plácidamente el centro del Atlántico a unos 16 kms por minuto, el Sol hace un rato que amaneció y allá abajo, cerca del mar en calma, vemos pasar nubes bajas . Cientos de pequeñas nubes como bolitas de algodón que van quedando atrás y también vuelan sobre el océano pero mucho más lentamente. Todo es azul y blanco, no hay más colores.

Esta profesión nos expone a un constante ejercicio de adaptación a nuevas circunstancias, y a veces nos sorprende con qué agilidad nos acoplamos a los cambios y las nuevas situaciones. Por ejemplo, ayer llegamos a Panamá con mucho adelanto, tanto que nuestra puerta de estacionamiento estaba ocupada y tuvimos que esperar en algún lugar de la plataforma hasta que quedara libre nuestro aparcamiento. Sin saber cuánto tiempo exactamente estaríamos allí, decidimos parar ambos motores y con el APU mantuvimos acondicionada la cabina y asegurada la comodidad de nuestros pasajeros durante aquella casi media hora.

Cuando finalmente vimos como se preparaba para salir el avión que nos precedía, comenzamos con las listas de chequeo para poner en marcha uno de los motores y así rodar hasta el estacionamiento. Ya habíamos llegado, estábamos mentalmente casi en modo “tierra”, pero algo me decía que no podía bajar la guardia porque es justo cuando nos salimos de la secuencia normal de acontecimientos, cuando olvidamos cosas y es más probable el cometer errores, así que estaba atento, alerta.

Como decía, leímos la lista y llegó el momento de darle a la llave de puesta en marcha del motor 1, y en la pantalla de motores, vemos como la válvula está cerrada… esperamos que abra… varios segundos…. no se abre. El avión nos avisa que la válvula está bloqueada en cerrado y no se abre. ¡¡Vaya por Dios!!

Abortamos la puesta en marcha y los tres nos miramos con cara de póquer. La Ley de Murphy es así. Lo intentamos una vez más con el mismo resultado. Así que decidimos poner en marcha el otro motor, deseando que no le pase lo mismo porque sería muy vergonzoso tener que llegar arrastrados por el tractor con el consiguiente retraso. Después de maldecir un poco, arrancamos el motor dos y somos autorizados a seguir el rodaje hacia el parking 139W, cosa que hacemos sin mayor problema.

Al llegar el mecánico se conecta con sus cascos y nos pregunta como está el avión, y le decimos lo ocurrido, así que se pone en seguida a hacer unos test,  casi cuando aún no han terminado de desembarcar los pasajeros,  y así demorar lo menos posible la salida del siguiente vuelo de regreso a Madrid. El avión pasó bien las pruebas y después supe que los compañeros no tuvieron problema alguno al salir de nuevo para casa.

La moraleja de esta experiencia es un recordatorio de que el vuelo no acaba hasta que se llega al hotel.

Hoy, ya en el vuelo de vuelta todo va realmente bien, aunque al salir justo antes de cerrar puertas entró una fuerte tormenta sobre Tocumen y la pista quedó mojada, con lo que para cumplir con los requisitos de despegue tuvimos que bajar un par de toneladas de carga del avión y eso nos retrasó un poquito la salida. Íbamos al máximo peso al despegue para las condiciones existentes, así que fue un despegue de máxima capacidad en el que le pedimos a los motores la máxima potencia y nada más despegar tuvimos que realizar un fuerte cambio de rumbo ya que la tormenta estaba aún muy cerca del aeropuerto.

En cosa de unos 10 minutos estábamos ya  lejos de esa zona y aparte del poco movimiento que tuvimos sobre Cartagena de Indias, el resto del vuelo está siendo muy tranquilo.

Hoy entre ustedes vienen dos compañeros de profesión pero de otra empresa, que van a Europa por razones bastantes curiosas: el uno porque a pesar de ser panameño y de haberse criado en Costa Rica, es francés y vuela para ver a algunos familiares en Francia. En cambio el otro es un chico panameño también,  pero que tiene novia en Rusia, y allí que va el hombre para reunirse con su amada en Moscú. Nada más y nada menos.

No deja de sorprenderme la de vidas singulares que esta profesión alberga, desde la mía,  hasta la de muchos casos que conozco de lo más variopinto.

Ya desayunan ustedes y aún nos queda una hora para llegar a destino, donde hoy Domingo nos espera un día espléndido y soleado de finales de verano con una temperatura máxima de 35°. Mañana ya es Septiembre y parece mentira que ayer era Enero y veníamos de Montevideo en el primer vuelo del año. Se nos pasa el tiempo y la vida volando, literalmente.
Muchas gracias una vez más por acompañarnos en otra de estas largas travesías y vuelos trasatlánticos, esperamos volverles a ver de nuevo en una próxima ocasión.

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6 respuestas a “EL VUELO ACABA EN EL HOTEL”

  1. Se nos pasa el tiempo y la vida volando, tan cierto Capitán!!! Sobre todo a usted.
    Cómo siempre es un placer leerlo 🙌🙌 Dios lo bendiga.

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  2. Nunca pensé que iba a conocer un poco más del mundo de la aviación,que lo que conozco al ser pasajera .Gracias Cap.Paco López por la labor de seguir educando día tras día a mayor número de personas,para que adquieran más confianza y conozcan detalles que no se dan a conocer y que el Comandante de vuelo y la tripulación tienen que resolver para cumplir con nuestra feliz llegada a destino..

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    1. Muchas gracias .. Saludos

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  3. Gracias Paco,parece mentira otro año que se va volando…nunca mejor dicho.

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