Muy buenas noches señores pasajeros. Primer vuelo del año, primer vuelo de la década de los 20. 

Y aquí estamos, manteniendo nivel de crucero de 34 mil pies. Hoy vamos a México en un flamante A340-600 y ya estamos muy cerca de las Azores. A partir de aquí comenzará el largo cruce del oscuro Atlántico hasta que lleguemos a Nassau en las Bahamas. Una vez dejemos Florida detrás, todo será una línea recta hasta el aeropuerto de destino.

En aproximadamente 2 horas entraremos en la zona de turbulencia que inevitablemente hoy tenemos que cruzar, a menos que alargásemos la duración del vuelo en muchas horas, así que rodeándola un poco haremos todo lo posible para que ni se enteren de que estamos atravesando una “vaguada” con bastantes cambios de dirección de los vientos. Esto será mientras crucemos desde el meridiano 35 hasta el 60, así que nos espera un ratito movidito por aquí. Ustedes ni se preocupen y sigan disfrutando de las instalaciones y las viandas que ya estamos nosotros para manejar estas inclemencias.

Es curioso cómo ahora, el mismo el avión mantiene una presión atmosférica en la cabina que equivale a estar a  1800 metros sobre el nivel del mar, y aunque para llegar al destino tendremos que descender, el avión tendrá que ajustar la presión en cabina hacia arriba ya que México se encuentra a 2200 metros sobre el nivel del mar. Estos cambios en la presurización son aceptados por la estructura del avión sin mayor problema, ya que los ingenieros han diseñado el avión teniendo en cuenta todos estos parámetros, pero cada uno de nosotros es diferente y reacciona de manera desigual a los demás. 

Cada vuelo es especial y este no iba a ser menos, así que una vez superadas las fiestas navideñas y el cambio de año, aquí estamos en el que es mi primer vuelo como comandante a México. Como copiloto fui hace años cientos de veces, pero hoy regreso como comandante y esto es especial, al menos para mí. 

He repasado toda la documentación y parece que han cambiado pocas cosas. Ahora en invierno, los vientos en el Atlántico nos obligan a hacer unas rutas más cercanas al Ecuador así que vamos por Florida en vez de por Chicago que es lo normal en otras épocas del año. Una vez ya en el continente sobrevolaremos Santa Lucía, San Mateo y en un descenso controlado y veloz iremos desacelerando el avión para aterrizar en la pista 05 derecha. Hoy llegaremos al aterrizaje con 233 toneladas, que siendo un gran peso, está lejos del máximo al aterrizaje. 

En la aproximación es muy probable que la velocidad verdadera sea entre 20 y 25 nudos superior a la normal al nivel del mar. Tiene montañas todo alrededor y el volcán Popocatepetl y eso impone. 

Pero hay que pararlo antes de que se acabe el asfalto, con lo que hay que llevar el avión bien configurado bastante antes y evitar que se nos encienda ninguna alarma de cercanía del terreno cosa que es normal aquí dada la orografía del terreno. Recuerdo lo aprendido de mis “mayores” cuando venían ellos aquí y yo era su copiloto observando y aprendiendo de ellos. Hoy casi pareciera que es al revés, ya que los copilotos que nos acompañan son de una promoción muy cercana a la mía y coincidimos juntos en algunos vuelos. Así que voy aprendiendo de ellos más que al revés. No cabe duda que si pasase algo toda la responsabilidad es mía, pero llevarlos a ellos siempre me da una tranquilidad superior.

Con esto no quiero decir que los más jóvenes sean menos capaces, pero como todo en la vida, la experiencia es un grado y yo lo respeto mucho. 

En el morro del avión veo el cuarto creciente de la Luna cómo se aleja buscando ir a descansar bajo el horizonte, pero hoy la vamos siguiendo, con lo que estaremos viéndola durante casi todo el vuelo. Acaba de entrar lasobrecargo para decirnos que ya están ustedes atendidos y preparándose para dormir unas horas, son las 2 y 20 de la madrugada en España. También nos ha traído los documentos que hemos de rellenar para el control de pasaporte mexicano. 

Recuerdo que en uno de los últimos vuelos que hice a México hace ya unos años, tuve una llamémosla “revelación”. Siempre nos dicen que hemos de separar nuestros problemas personales del vuelo, ya que son incompatibles. En aquellos días pasaba por un drama familiar realmente grande, y durante toda aquella serie de vuelos sentía una gran preocupación. Fue finalizando,  al ir a aterrizar en Madrid, que me di cuenta muy cerca del suelo de que algo no iba bien, no me sentía a gusto, mi sexto sentido me decía que no siguiera. 

Dada la cercanía del suelo, y el poco tiempo que tenía para reaccionar barajé hacer un motor y al aire, o pasarle el avión a mi compañero. Pero no, cogí el toro por los cuernos y me dije que nada ni nadie iba a fastidiarme o quitarme el placer más grande del mundo sin el cual no soy yo. Así que puse a un lado todo, repasé cómo íbamos y tomé tierra sin problema alguno. Fueron unos breves segundos, pero inolvidables por lo aprendido.

De camino a casa, como siempre, iba repasando los acontecimientos del último vuelo y ese día aprendí una lección más. No dejamos de aprender, de evolucionar.

Han pasado ya algunas horas desde que les escribí anteriormente y por nuestra derecha han pasado las luces de Varadero, La Habana, Cancún y Mérida. Por la frecuencia ya hablamos con Cuba y ahora con el control de Mérida, ya estamos en México. Es emocionante la sensación esta de cruzarse un tercio del planeta y encontrarnos rodeados de millones de personas con nuestro mismo idioma y los mismos valores. Qué gran suerte tenemos de ser “hispanos”. Dos horas para el aterrizaje, ya estamos llegando.

Los dejo descansar un poco más mientras me tomo un café y ojeo una documentación sobre un nuevo sistema de seguimiento de vuelos por parte de los controladores al que llaman ADS-B OUT y preparo la aproximación al aeropuerto Benito Juárez. 

Buenas noches, gracias y bienvenidos.