Muy buenas noches señores pasajeros.
Este es posiblemente de los vuelos más raros que compartiremos nunca ya que estamos en cuarentena en casa, en tierra, sin volar por esta terrible situación y tan solo recibimos mensajes catastróficos de lo mal que lo estamos pasando, de las personas que fallecen sin una mano familiar que los acompañe en sus últimos minutos…
Gobiernos que reaccionan bien o mal, tarde o temprano, iniciativas privadas que intentan poner un granito de arena. Todos afectados… y todos es todos. No hay discriminación por sexo, edad, nacionalidad o creencia ni procedencia: TODOS AFECTADOS.
La industria aérea es la que más conozco por mi profesión y pasión desde muy pequeño, y está apagada. No hay prácticamente vuelos y todas las compañías del mundo se ven afectadas con miles de aviones aparcados en todos los aeropuertos de la Tierra. Cualquier aeródromo hoy en día parece el parking de un centro comercial un sábado por la tarde, pero en vez de coches, son aviones, es desolador…
No volamos hoy, es imposible. Y si nos dejamos llevar por las cadenas de noticias parece que esto es interminable y no lo volveremos a hacer o pareciera que lo que hay tras esta cortina gris es un gran abismo de inquietud sobre el que nadie se atreve a pronosticar nada.
Es difícil estar tanto tiempo en casa, a pesar de ser lo que siempre deseábamos cuando nuestras vidas eran “normales”. Aprovechamos para leer, estudiar, hacer todas esas cosas que tenemos pendientes encima de la mesa… pero llega un momento en que estas opciones se nos acaban y tenemos mucho tiempo para pensar y ordenar nuestras ideas.
En Enero todos solemos ponernos metas para el nuevo año que comienza, y ahora parece que es algo así ya que todos nos decimos que cuando esto pase, haremos esto, lo otro o que cambiaremos ciertas actitudes o visitaremos a esos amigos que hace tiempo no vemos. Todo son propósitos de cambio que se cumplirán o no.
Nosotros, ustedes yo, sabemos que cuando esto acabe haremos una cosa, una sola:
Nosotros volaremos, sentiremos y disfrutaremos de esa libertad que el vuelo nos da. Visitaremos los cielos de nuevo, viajaremos solo por el placer de viajar. Besaremos las nubes con las puntas de nuestras alas, mimaremos cada minuto de nuestros vuelos como si fuera el último, cada interruptor será nuevo y cada puesta en marcha de los motores significará un nuevo vuelo. Cada amanecer quedará grabado en nuestra memoria como el primero, el olor del avión vacío, del keroseno y del caucho quemado de los neumáticos al aterrizar, el sabor del café a bordo, el tacto de las palancas de gases, y cómo no el sonido de los motores en la carrera de despegue.
Volaremos….


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