Muy buenas tardes señores pasajeros y bienvenidos a bordo. 

Estamos en la plataforma completamente listos para partir y, como bien saben, esperamos que nos den autorización para el despegue. No nos impide el vuelo la meteorología, ni la tardanza de algunos de ustedes en un vuelo de conexión, ni porque falten las maletas o el avión esté aun pasando algún chequeo previo al vuelo… No, no existen esas razones. Hoy estamos completamente listos para volar, pero no podemos… un virus tiene al Planeta entero en alerta. Hoy, solo podemos esperar…

Aún así podemos preparar ese siguiente vuelo a cualquier lugar, prepararnos para un vuelo corto, o uno muy largo… Quizás pudiera ser que nos llamen para ir a repatriar ciudadanos españoles que se encuentran varados en Australia… o quizás nos abran las puertas al vuelo y de repente exista una altísima demanda de plazas y tengamos que ir con nuestro gran avión a ciudades cercanas… Todo es un “quizás”, pero estamos listos y alerta.

La memoria es una gran herramienta para sobrellevar estos momentos, y son muchas las ocasiones en las que cierro los ojos y dejo que el recuerdo del olor del avión me lleve a escenas vividas anteriormente.

Hay imágenes imborrables…

… como cuando nos acercamos a Guatemala y en el descenso sorteamos los grandes cumulonimbos, hasta que una vez, bajo el techo de nubes, allí están esas verdes montañas, con carreteras durísimas que llevan a pueblos muy altos, y ya cerca de la Aurora vemos cómo alguno de sus volcanes nos da la bienvenida con una fumarola. 

… ese paseo que siempre me doy a mitad del vuelo por el pasillo del avión hasta atrás y veo sus caras dormidas, o atentos a las pantallas, sus cuerpos arremolinados en las butacas, los bebes durmiendo en las cunas, esa penumbra nocturna con el constante sonido de los motores a escasos metros tras el cristal. 

… ese segundo en el que enfilados con el centro de la pista de despegue relajo los hombros, inspiro profundamente tras oír la autorización y justo antes de aplicar potencia y soltar los frenos pregunto: ¿Nos Vamos?

 …. Take Off…Time…One hundred….V1…Rotate…Rate Positivo…Gear Up… ¡volamos!.

Alguien me preguntó una vez hasta cuándo estaría así de enamorado del vuelo, y mi respuesta, sin duda alguna,  fue: ¡hasta los 99!… y a partir de ahí ya empezaré a buscar otra cosa en que entretenerme.

Hay noches sin luna, en las que suelo aprovechar para atenuar todo lo más posible las luces de cabina e instrumentos y así obligar a mis pupilas a dilatarse. Me acerco al cristal de la cabina poco a poco y según mis ojos se adaptan, veo como se me hacen visibles miles, millones y millones de pequeñas luces tintineantes allá arriba, que siempre me transmiten el mismo sentimiento de que somos muy pequeños ante la inmensidad del universo. Aún así nuestro volar es magnífico y único.

Recuerdo aquellos vuelos en el B727 entre Madrid y Barcelona en  los que siempre íbamos rápido, la meta era siempre recortar tiempo, colarnos al tráfico que estuviera delante, hacer lo que fuera excepto usar el Speed Brake y , como siempre, intentar hacer una buena toma. 

Hay algunas aproximaciones que son únicas… las de Gran Canaria, La Coruña o la 12 en Bilbao… Ezeiza con sus nieblas y ese acento que tienen tan agradable… México y sus montañas … Quito con el Pichincha… y la Canarsie en JFK que considero una de las más bonitas, y cualquier aproximación en categoría tres con visibilidades casi inexistentes. Son miles de momentos mágicos que hacen que este nuestro trabajo no lo vivamos como tal, sino como una profesión en la que nos divertimos infinitamente y venimos al aeropuerto no a trabajar sino a volar.

La camaradería entre compañeros de la profesión, sea de la empresa que sea, es algo que nos une en cualquier lugar del planeta y en cualquier idioma. Y esto lo comprobamos siempre que nos cruzamos con alguna otra tripulación en cualquier sitio de los comunes a nuestra labor: la línea del control de pasaporte, una cafetería de un aeropuerto, en los hoteles, en el mismo avión…

Somos realmente afortunados y en esta situación tan extraña y peculiar tenemos todos estos recuerdos en la mente muy vivos que nos ayudan a mirar hacia adelante, hacia nuevos amaneceres, hacia nuevas puestas  de Sol interminables, hacia sus sonrisas en el avión, a sus palabras de agradecimiento,  a sus aplausos cuando el avión se posa suavemente al otro lado del Atlántico … somos afortunados en gran medida a gracias a ustedes. Muchas gracias.

Antes de despedirme quiero mandar un saludo especial a esa pasajera que justo en el embarque y a través del cristal del finger me ha saludado y con gestos me ha preguntado que si estamos bien. Lo estamos y pronto lo demostraremos. 

Muchas gracias una vez más y aquí seguiremos esperando esa luz verde que nos autorice a pedir potencia a los motores.