Muy buenas noches señores pasajeros.
El reloj marca las 23:31 de una noche que empezaba en el Pacífico y acabará en el centro de la Meseta, en Madrid, en casa. Volvemos a España en este nuestro último vuelo del 2020.
A pesar de las condiciones excepcionales que nos rodean y que intentamos sortear por todos los medios, hoy somos muchos a bordo. Somos un grupo de españoles que regresan a casa en búsqueda de ese calor familiar que la Navidad contagia.
Sentado aquí a la derecha hago un pequeño resumen de este año que se nos acaba, y no hay mucho que contar dada la poca actividad aeronáutica que he tenido. Recuerdo con tristeza aquella mañana en que paré los 4 motores del EC-KZI sabiendo que era la última vez que volaría con nosotros… las veces que fui al simulador con los nervios de la primera vez ya que no volamos en casi 6 meses… las lágrimas cuando vi que en Octubre tenía “un vuelo”, el primero.. Todo este tiempo me ha servido para recuperar salud, sueño, y reconsiderar muchos planteamientos vitales.
Han sido unos meses duros, pero siempre con el apoyo de la familia y amigos, los hemos superado con fuerza y mucho ánimo. El mes de Diciembre ha sido inusual con tres vuelos oceánicos completos y capacitando a sendos comandantes. Quizás sea un pico de producción por la Navidad, o por necesidades del departamento de instrucción, aunque lo cierto es que hoy es mi último vuelo de este 2020 y me siento bien y contento por cómo han transcurrido las cosas. Sin que la enfermedad se acercara demasiado a los míos, y con las energías recargadas para enfrentarnos al 2021 con todas las fuerzas.
A escasas millas de cruzar el meridiano 50 Oeste, y ambos pilotos atentos para tomar las lecturas de los parámetros del avión y copiarlas al plan de vuelo. Comprobamos de manera independiente que se cumple lo planificado y que los datos de combustible siguen siendo correctos, el vuelo va bien.
… 2021… Tengo ganas de pasear por Puerto Madero… ir hasta Leblon,… recorrer la Paulista… tomar un café en el parque Bryan en New York… ir al Zócalo…tomar un medio y medio en el Mercado del Puerto… y tantos otros sitios que son como casa para mí por las muchas veces que he ido y disfrutado. Tengo ganas de regresar a esos lugares que tan feliz me hacen y en el fondo son parte de la historia de mi vida.
Nivel de vuelo 390, y en la oscuridad de la noche pareciera que el avión no se mueve, y es que a pesar de ir a más de 1000 kms/h, no se nota nada. Qué suerte tenemos los que nos dedicamos a esto. Hoy vamos tan rápido que posiblemente lleguemos a Madrid antes de que amanezca con lo que no podremos disfrutar de ese espectáculo matinal diario. Una pena…
El perrito que llevamos en bodega debe ir bien ya que estamos manteniendo la temperatura de su zona a unos 20º, su dueña ha insistido mucho en que nos preocupemos por su mascota. Se nos acaba el vuelo poco a poco, y para mi es el último del año. Deja un sabor agridulce por lo vivido, o no vivido, y su final abre la puerta a la esperanza por todo lo bueno que traerá el Nuevo Año.
Doscientas y poco razones para cruzar el Atlántico tan de noche a estas horas, al 80% de la velocidad del sonido sobrevolamos las aguas a casi 12 kms de altura donde la temperatura es de -60º, y aquí estamos: en manga corta tomando un té tranquilamente. Esto es mágico…
En unas horas aterrizaremos con la normalidad de siempre pero sabiendo lo extraordinario del momento, y hasta el año que viene nos vamos con muchas “saudades”.
Muchas gracias una vez más por usar nuestras alas y hasta el próximo vuelo.


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