Muy buenas noches señores pasajeros.
De nuevo estamos sobre este tranquilo y oscuro océano que une, a la vez que separa, mundos tan diferentes y en el fondo tan iguales
Recientemente en Madrid hemos sufrido un fenómeno atmosférico muy inusual en estas latitudes: una fuerte nevada. Se unieron un fuerte frente muy frío que venía del norte del Atlántico y otro cálido empujado por una húmeda borrasca que venía del norte de Canarias. Esta unión de frío y humedad nos ha dejado estampas de lo más pintorescas por casi todo el mapa español.
El aeropuerto de la capital de España ha quedado sobrepasado por la precipitación y acumulación de nieve hasta unos extremos que aún hoy, tras casi una semana, no se han recuperado los números de operaciones previos a la tormenta.
Para nuestra operación y el normal acontecer de sus viajes, esto es una catástrofe ya que se cancela o retrasa absolutamente todo. Hay pasajeros en las terminales sin medios para salir y aviones que no llegan a sus destinos y acaban durante varios días en otros sitios. Tripulaciones que se encuentran en lugares que no esperaban, acompañados de cientos de pasajeros en una situación para la que nadie esta preparado al 100%, y los medios normalmente no están dimensionales para estas circunstancias. Todos arrimando el hombro ya que, a fin de cuentas, todos queremos llegar a casa
En nuestro caso nuestro vuelo se ha visto afectado con un retraso de casi 3 horas ya que nuestro avión no pudo salir de Madrid hacia aquí en hora por el colapso que se armó en la plataforma de limpieza de los aviones previo al despegue. Cuando hay tanta nieve, uno de los requisitos que casi siempre hay que realizar es la limpieza de las partes sensibles del avión, como son las alas, empenaje, mandos de vuelo, sondas, ventanillas de cabina, etc. Esta operación tarda unos pocos minutos, pero la realiza un grupo de personas con unos equipos que en estas condiciones tan extraordinarias, se ven sobrepasados.
Hasta en aeropuertos muy acostumbrados a estas tormentas de nieve como pueden ser New York, Boston, Chicago, Moscú, Tokio, etc… a veces se colapsa la operación y acabamos así. Recuerdo en los años 90, yo acabé durmiendo en la terminal de JFK durante un par de noches ya que ocurrió algo parecido. Era entonces un postulante a piloto comercial en aquellos tiempos y, entre otras anécdotas, recuerdo que el Concorde acabó en Maine.
Hemos coordinado todo para estar en la puerta del avión cuando llegó de Madrid y así poder acelerar los procesos de la escala e intentar recuperar parte del retraso acumulado. Lo hemos conseguido y según nuestros cálculos llegaremos a destino con solo 1 hora y media de retraso. Estamos manteniendo una velocidad de crucero superior y para ello hemos cargado algo más de combustible. Aumentamos a Mach .82 y ganamos 10 minutos consumiendo lo mismo al subirnos a Nivel de vuelo 400
Abandonamos Centroamérica en una noche cálida de 27º y sin viento, por una pista que nuca había usado para despegar y nos dan rumbo directo a Colombia ya que no hay tráfico prácticamente.
Sobrevolamos Cartagena , Barranquilla, el norte de Maracaibo, y comienza el cruce del Atlántico. ST Croix a nuestra izquierda, St Maarten, un largo trayecto que nos trae el amanecer y empujados por el viento en cola ya estamos casi sobre Santa María y finalmente Lisboa.
Cuando estamos a 1:45 de conocer a Filomena, los datos que nos llegan de Madrid son de niebla engelante, nieve, bruma, nubes escasas a 700 pies y una temperatura de -3C. También nos dicen que hay hielo reportado a 6000 pies. Después de un vuelo muy tranquilo la cosa empieza a ponerse interesante y comenzamos a diseñar el peor escenario.Calculamos combustibles a destinos alternativos y distancias de frenada en pistas contaminadas. Muchos números pero con tiempo suficiente como para que entre mi «alumno» y compañero comandante, y yo contemplemos todas las opciones que tenemos a nuestra disposición y finalmente tomar la decisión más optima para todos.
Por ahora nubes de algodón, Sol y el azul del océano en el silencio de unas horas siempre únicas y especiales alejados de la vida terrenal tan “supuestamente” llena de cambios pero tan repetida durante la historia como los amaneceres que desde aquí disfrutamos.
Nuestro alternativo principal es Valencia, aunque contemplamos Valladolid y Zaragoza entre otros. Tenemos combustible como para «una boda» en el argot nuestro, así que no hay problemas realmente. Comenzamos el descenso los tres ya en cabina y una vez dado el briefing a los compañeros y al sobrecargo dedico unos minutos para despedirme de ustedes mientras toman su desayuno.
Vamos cruzando diferentes capas de nubes, y efectivamente comenzamos a cargar hielo en el avión, así que ponemos los sistemas de anti hielo y mantenemos un ojo en los parámetros de motor. El tráfico aéreo es muy ligero a pesar de ser Viernes, y nos van recortando la maniobra hacia la pista de manera que tengo que apresurarme en el descenso para no llegar a la aproximación final muy alto. Corrijo con los aero frenos y ya estamos a unas 8 millas en final, pero no se ve nada.
Seguimos el ILS en piloto automático y a unos 2000 pies me ajusto bien el cinturón de seguridad, me reajusto el respaldo de la butaca y aprieto el botón rojo. ¡A volar!
A unos 500 pies sobre el terreno aparece la pista, cae nieve pero los servicios de limpieza han hecho un buen trabajo y esta toda limpia. Toma suave y frenada sin sobresaltos. Los accesos al puesto de estacionamiento también están libres de acumulación y en breve estamos recogiendo los equipajes en la terminal.
Una vez más quiero agradecerles a todos por su paciencia antes los problemas que los elementos nos ofrecen, y cómo no, también el que hoy hayan elegido volar con nosotros.
…. como se desprende de la lectura, este blog está escrito en distintos tiempos… en vuelo y en tierra, ya en casa, disfrutando como siempre, y una vez más, de los recuerdos imborrables que nos deja esta profesión tan especial.
Muchas gracias y hasta la próxima ocasión.


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