Muy buenas noches señores pasajeros.
Hace 2 horas y 52 minutos que estábamos recorriendo la muy irregular pista de despegue en el Aeropuerto de las Américas en Santo Domingo. Atrás quedo el suave despegue y el viraje a la derecha sobre las casas en curso al Caribe, hacia el mar, nuestro océano. Regresando a casa.
Hacía ya bastante tiempo desde nuestro último vuelo y se sentía muy bien, ligero y ágil en las respuestas a mis manos en los controles. Nuestro A333 vuela muy bien y nunca defrauda.
Son casi las 7 de la mañana en España y la 1 de la madrugada en la República. Esa es casi seguro, la razón por la que todos ustedes duermen y descansan. Aquí delante estamos ya con el control de NY oceánico y vamos muy bien según lo planificado y ahorrando algo de tiempo.
Mirando fuera todo está oscuro, pero ajustando un poco la vista y la luz de la cabina hasta que nuestras pupilas se dilatan, podemos ver el infinito de estrellas allá arriba, la línea del horizonte marcada por el techo de las nubes allá abajo y de vez en cuando, el sobrecogedor impacto de luz de algún rayo dentro de los cúmulos que nos rodean.
El avión no se mueve a pesar de la zona que atravesamos, ya que hemos tenido suerte cuando nos desviamos unas 14 millas al norte, para evitar las turbulencias, y parece que por ahora hemos acertado. Ustedes siguen ajenos a todo esto, y de eso se trata.
Vamos consumiendo 80 kgs de combustible por minuto, y aunque pueda parecer una cantidad algo elevada, lo cierto es que no lo es una vez que consideramos lo que obtenemos con ese consumo. Curiosamente, estamos en esa parte del vuelo que si ahora ocurriese algo terrible, tendríamos como aeropuerto de apoyo el de Saint John’s que está en la península del Labrador en Canadá, un lugar muy diferente al aeropuerto del que despegamos.
Estamos cruzando el meridiano 50 oeste, 10kms sobre el agua, 850 kms/h y se siente muy, muy bien. NY nos dice que después será Santa María quien nos controle, les contestamos con un “ROGER”.
El mes de Junio será muy especial, ya que me voy a la sede de Airbus en Toulouse para recibir de sus instructores el curso de habilitación del nuevo avión en la flota: el A350. Estoy nervioso porque mi nivel de exigencia es alto y quiero que salga todo al 100% bien y poder aprovechar al máximo la formación allí, de manera que una vez llegue a España y comience con mis vuelos bajo supervisión no tenga ningún problema y pueda disfrutar de esa tan eficaz máquina.
Igualmente Julio me ofrece un tiempo de vacaciones que estoy muy deseoso de poder disfrutar con la familia, tras más de una año de encierro y nulas opciones de disfrutar juntos, poniendo distancia con las rutinas del día a día. Vienen unos meses interesantes.
Por ahora solo queda seguir estudiando y memorizando cientos de datos y procedimientos. Pero antes de eso, antes de nada…Continuamos de camino al 40 Oeste y así hasta Oporto, Zamora, Toledo y finalmente Madrid. En estos vuelos vamos solo dos pilotos y es un reto más de organización especialmente de los sueños en el hotel antes del vuelo. Esa siesta que tomé esta tarde, ahora se demuestra que fue imprescindible, porque aun nos quedan 5 horas hasta llegar y mucha noche por delante. La peor hora será cuando amanezca, pero el café hace magia.
Ayer en el vuelo hacia Santo Domingo, tuvimos el placer de llevar a un comandante jubilado y a su esposa que iban a Punta Cana de vacaciones. Y digo placer porque es un viejo amigo y compañero con quien he volado bastantes veces y es , como todos nosotros, un gran apasionado del vuelo. A su edad aun vuela en aviación general y aviones antiguos en una fundación. Al entrar en cabina a saludar sus ojos miraban más al panel que a mis ojos, noté ese brillo que solo los que entendemos de esta pasión, sabemos reconocer. Un aviador de verdad.
Precisamente esta mañana hablando con la sobrecargo me contaba que tiene un hijo que quiere estudiar para ser piloto. Ella me preguntaba sobre cómo es la formación y detalles de ese mundo académico. Pero dudaba sobre la firmeza de la decisión de su adolescente hijo. Le aconsejé que lo lleve a un aeródromo cerca de su casa y contrate un Bautismo del Aire, y si al bajarse de la avioneta le brillan los ojos, es inevitable que tenga un piloto en casa. Esto es así, nos gusta y completa.
Haciendo cálculos, hemos decidido ascender a FL390, lo hemos solicitado y ya estamos subiendo hasta los 11890 metros que eso supone. A lo lejos empieza a amanecer una Luna en cuatro creciente pero rojiza ya que está muy cerca aun del horizonte, sube muy rápidamente, ahora mismo es la única señal que tenemos de que estamos donde estamos porque todo lo que nos rodea es oscuridad absoluta.
Ya la Luna esta a un palmo sobre la línea del horizonte, y seguimos con calma y tranquilidad surcando los aires. Por favor, descansen y disfruten de lo que nos queda de vuelo. Nosotros seguiremos velando por su seguridad y comodidad hasta que lleguemos a tierra.
Buen vuelo, y una vez más, muchas gracias por usar nuestras alas.


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