Muy buenas noches señores pasajeros y bienvenidos de nuevo a bordo.
Son muchas las ocasiones en que nos preguntan a los que nos dedicamos a esto de la aviación, del cómo gestionamos la fatiga, el cansancio y el jet-lag.
Hoy es un claro ejemplo del qué hace que tengamos que padecer esos efectos : hemos despegado de Madrid hacia Guatemala a las 2 y media de la madrugada y tan solo llevamos dos horas de vuelo. Aún nos quedan otras 9 horas y todo será de noche. Estimamos tomar tierra en la Aurora cuando allí sean las 5 y media de la mañana.
Son horas importantes y muy exigentes con nuestros ritmos circadianos. Pero no son exclusivas ya que nos acabamos de cruzar con otro avión que iba en la dirección opuesta por nuestra izquierda.
Parece que no nos movemos, el aire está en calma, una calma que se ve más acentuada por la falta de vuelos de los últimos meses que hace que vivamos todo con mayor intensidad.
El escenario es idílico: silencio en la radio, el avión funcionando perfectamente, ahorrando algo de combustible, llegando antes de hora, ustedes descansan y aprovechan para dormir, y aquí delante vamos con las luces de cabina con muy poca intensidad y disfrutando de las vistas…
La luz de la Luna proyectada sobre la superficie en calma del Atlántico dibuja un haz en forma de triangulo hacia nosotros, que constantemente nos indica dónde está nuestra izquierda. Solo muy de vez en cuando se ve alguna pequeña nube allá abajo creando alguna breve sombra. Por nuestra izquierda vemos el winglet con su constante parpadeo acompañándonos y el borde de ataque del ala brillando por la luz de la Luna.
Ya hemos realizado los cálculos de nuestros descansos, y a pesar de que me toca irme a descansar en una hora y media y tengo sueño, no quiero irme. Llevo mucho tiempo esperando por este momento y no quiero que termine.
Casi 900 kms/h y pesando 195 toneladas, nuestros motores están consumiendo 90 kgr por minuto, y eso es poco. La industria está en constante búsqueda de mejoras y ya es posible volar en aviones más eficientes que este, pero aún así este es de los más eficaces en su tamaño.
Hablando sobre eso, el mes que viene tan solo volaremos en una ocasión que será muy especial. Volaremos a Buenos Aires, ciudad que me encanta, pero será en un vuelo diferente ya que yo iré haciendo la función de alumno. Al igual que a veces yo vuelo capacitando a otros compañeros, en esta ocasión seré yo quien esté recibiendo la formación en vuelo. Sentado a la izquierda realizaré nuestro primer despegue y aterrizaje en un modelo nuevo de avión: el Airbus A350-900.
Obviamente esto no significa que la capacitación de los pilotos sea de esa manera tan sencilla: no es tan simple como subirse a un avión con un compañero que ya se lo sabe y encima con pasajeros, no es así no. Antes de ese primer vuelo hay muchos años de entrenamiento y experiencia en este tipo de aviones, tal como el que hoy nos a lleva a Guatemala, tanto un copiloto como yo estaremos 10 días en las instalaciones del fabricante del avión en Toulouse recibiendo un curso puente entre la habilitación de este A330 y la del A350. El fabricante ha diseñado el nuevo modelo de avión para que se puedan operar indistintamente, pero no sin antes recibir este intenso curso.
Consta de muchas sesiones de simulador (cuatro horas cada uno) en las que se ven los procedimientos diferentes y la operación de los nuevos equipos y sistemas. También se ven las emergencias y se hace énfasis en la filosofía de trabajo en vuelo del nuevo y más eficaz equipo.
Para poder llegar hasta allí y superar dicho curso sin problema, ya llevo varios meses estudiando en casa toda la documentación, que no es poca, para aprovechar al máximo la formación y el tiempo en el “colegio”. Una vez superada esa etapa, aún nos quedará otra sesión de simulador en nuestras instalaciones para recibir una formación extra por parte de nuestros instructores y verificadores. Ya por último comenzaremos una serie de vuelos bajo supervisión, al primero de los cuales quedan ustedes invitados para compartirlo juntos de camino a Ezeiza.
El radar nos indica que hay alguna nube más allá del meridiano 30 Oeste, pero creo que cuando lleguemos a ellas estarán por debajo de nuestro nivel de vuelo y no afectará su feliz descanso.
Poco a poco la Luna se va posicionando hacia adelante, más hacia el oeste. Cuando hemos despegado estaba sobre la punta del ala izquierda, pero ha ido moviéndose un poquito por delante de mi hombro izquierdo. La carrera esta noche la vamos a perder, pero merecerá la pena porque su luz es mágica y nos ayuda mucho a identificar las nubes y posibles tormentas. Nos hace la vida más fácil.
En varias ocasiones les he hablado de la importancia que le doy al hecho de ayudar a transportar de un continente a otro todo tipo de historias, aventuras, sueños y amores. Pero, ya entrando en el mundo más técnico, lo cierto es que no solo transportamos personas y sus equipajes: es muy normal llevar carga de todo tipo, medicinas, ropa, aparatos eléctricos, motocicletas, automóviles, correo, animales, mascotas, piezas de avión, motores de fabricas, dinero, lingotes de oro, etc, etc… Son siempre mercancía diferenciada de la cual, nosotros recibimos información porque se ha demostrado que en caso de emergencia la tripulación ha de saber qué llevan allí abajo para compartirlo con los equipos de emergencia que se acercan al avión para socorrerle. Por ejemplo: en un aterrizaje de emergencia los bomberos han de saber si en la bodega del avión llevamos algún tipo de líquido inflamable o corrosivo. Forma parte de nuestra vida el manejar esta información.
Pero hay una que a mi especialmente, y me imagino que a todos mis compañeros, siempre nos hace respirar profundo: a veces transportamos restos humanos. Si, desgraciadamente hay personas que fallecen lejos del lugar donde quieren estar en su eterno descanso, y ahí es cuando nosotros los llevamos en su último viaje. No es muy agradable, así que mejor no pensar mucho en ello.
Las 05:37 de la mañana en España, la siesta que tomé esta pasada tarde ha surtido su efecto ya que sigo bien y sin sueño. Ya hemos recorrido unos 2500 kilómetros desde nuestro despegue. Me sigue pareciendo increíble esto que hacemos.
La capa de nubes que ha empezado a aparecer hace unos minutos ya cubre todo el agua, y ahora la visión es de una capa inmensa de algodón azulado que lo cubre todo. Por arriba nada más que un oscuro cielo en el que solo se ven contadas estrellas ya que la Luna nos impide ver la débil luz de las estrellas.
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Ya he regresado de mi descanso y mientras la Luna sigue ahí en nuestro morro muy alta todavía, por detrás comienzan a aparecer los primeros colores ocres, azules y amarillentos del amanecer de este nuevo Jueves. Acabamos de hacer los cálculos para el aterrizaje y vamos ha hacerlo con Flap 3, frenada automática en LOW y reversas solo al ralentí. Con esto tenemos una distancia de frenado prevista de 2234 metros sobre una longitud de pista total de 2987 metros. Tenemos margen de sobra para parar el avión con amplia comodidad para que los frenos no alcancen temperaturas muy altas. No hay porque intentar reducir la distancia de frenado ya que la única salida que tiene la pista disponible para este avión, está lo suficientemente cerca de la mitad de la pista como para que solo sea utilizable una vez que después del aterrizaje lleguemos al final de la pista y con cuidado haremos un viraje de 180 grados para rodar por la misma pista hacia la plataforma. La envergadura del avión es muy superior al ancho que existe entre la calle de rodaje paralela a la pista y las edificaciones que la rodean, así que para evitar impactarlas tenemos que hacer esto que se llama “Back Track”.
En unos minutos comenzaremos el descenso una vez que CENAMER nos dé autorización y comenzaremos la aproximación sintiendo como la adrenalina comienza a fluir por nuestro cerebro activando toda la atención y concentración que requiere un aterrizaje de este tipo.
Guatemala es un aeropuerto muy especial por sus condiciones orográficas y meteorológicas, y la operación aquí siempre supone un reto profesional que requiere tener en cuenta muchos factores para hacer que la operación sea tan segura como en cualquier otro destino. Las vistas son magníficas con tanto verde, montañas y valles, las pequeñas poblaciones que rodean la capital y sobre todo los volcanes. Muchas veces los vemos como nos dan la bienvenida con una pequeña fumarola de gases blancos o negros. La Naturaleza aquí nos rodea por todos lados.
Muchas gracias por volar con nosotros una vez más, y espero poder saludarles en la terminal antes de salir del aeropuerto.
Saludos y hasta la próxima.


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