Muy buenas noches señores pasajeros.
La noche ya se ha cerrado y somos testigos del cómo un nuevo día se termina sobre el Atlántico de camino a nuestro destino. Hemos superado ya la zona tormentosa que había entre los meridianos 35 y el 53 en nuestra ruta. Sabíamos de su existencia por la documentación que teníamos a bordo y los avisos del control de Santa María de Azores y el de New York. Sabíamos hacia dónde se movían y las teníamos bien controladas., así que pudimos evitar lo peor de su fuerza.
Ahora ya vamos en este largo anochecer en curso al Mar de los Sargazos y de allí directos a la República Dominicana donde nos espera una aproximación a la pista 17 desde el norte sin nubes ni tormentas. Ya lo que nos queda es casi nada, un par de horas en las que ustedes aprovecharán para acabar de ver la última parte de las películas a bordo y cenar algo antes de llegar y reunirse con sus familiares y amigos, o comenzar sus días de vacaciones en esta isla tan rica en oferta de ocio.
Comenzando el año he tenido noticias de la jubilación o prejubilación de un nutrido número de compañeros de la empresa, tanto pilotos como TCP´s y me ha dado que pensar en algo que llevo tiempo analizando. El que ellos se vayan es una buena noticia porque invita a la regeneración de la “población volátil” por llamarlo de alguna manera, a mi me acerca a los puestos más altos dentro del escalafón de la compañía, y ellos pasan a una nueva etapa vital que espero disfruten.
Pero me enfrenta al dilema del cómo prepararme para la llegada de ese momento en mi vida. En el fondo cada día me acerca más a esa fecha que no perdona, y que es cuando cumpla los 65 años, ahí se acaba esto de volar profesionalmente. ¿Qué puedo hacer ?
Solo puedo hacer dos cosas: prepararme para tener algo que hacer a partir de ese momento (y tengo muchos proyectos en mente) y hacer que cada día hasta esa fecha merezca la pena. No puedo (nunca lo hice) dejar pasar los días como quien tiene muchos y le sobran. La vida hay que vivirla intensamente, no hay otra manera.
Hay una preciosa canción de Café Quijano que nos recuerda que el tiempo vuela y no se frena. Que cada día, cada noche, es un momento que se escapa. “Mirar a tantos cielos que se pueden ver si miramos desde aquí, sentir que hoy es solo un ayer, y cuando despierto quiero robarle tiempo al tiempo…”
Que idea tan interesante esa de “Robarle tiempo al tiempo”… Sería maravilloso poder disfrutar de estos anocheceres, estos amaneceres con sus azules, los amarillos y anaranjados perfiles del horizonte, surfear las nubes, los retos del viento cruzado, el compadreo entre compañeros, las sonrisas de cientos de pasajeros contentos, los aterrizajes suaves… siempre que uno deseara.
Reflexiones a 37 mil pies y las 12 menos cuarto de la noche sobre el Atlántico. ¿Quizás son efectos secundarios de la tercera dosis de la vacuna ? Quién sabe, pero seguimos volando y eso no tiene precio ni podemos olvidarlo.
En estos vuelos “cortos” solo vamos dos pilotos, y es en estas ocasiones en las que entra a formar parte de la operación algo que siendo importante, es muy personal e intimo: el manejo del sueño y los descansos. Ambos vamos muy bien y sin sueño aún, pero teniendo en cuenta que tan solo nos quedan un par de horas para llegar, seguro que el bajón de adrenalina nos dará en el transporte de camino al hotel. En breve comenzaremos ya a preparar la aproximación y aterrizaje, que con la ayuda de un café nos pondrá en alerta suficiente para estar a la altura de la operación.
¿Qué pensarían ustedes si les digo que hoy llevamos a bordo materiales radiactivos en la bodega ? ¿Se pueden llevar? Pues sí, con muchas limitaciones y protocolos de etiquetado, embalaje y sobre todo estiva porque son mercancías muy sensibles tanto entre ellas como con lo que las rodea. En el caso de hoy son isótopos que se usan en pruebas médicas y son muy sensibles por su breve duración y limitación para ser usados en los pacientes. Así que es importante transportarlos, pero como siempre, cumpliendo con todos los protocolos internacionales para sus viajes.
El avión nos avisa de que ha comenzado la última transferencia de combustible desde el depósito de la cola para los principales y así preparar el centro de gravedad del avión dentro de los límites que el fabricante ha preestablecido para el aterrizaje. Llegaremos con 8 toneladas y media de combustible remanente en los depósitos, más que suficiente en caso de tener que necesitarlo por si la meteorología se pusiese adversa o hubiese cualquier tipo de problema que nos obligara a irnos a San Juan o Punta Cana, cosa que nadie desea obviamente.
Nos espera una noche tranquila sin viento casi y escasas nubes, la temperatura será de 26 grados a nuestra llegada, muy húmedos como siempre, y quizás más tarde caiga un chaparrón que no nos afectará más allá que una vez estemos de camino al hotel.
Una vez más muchas gracias por volar con nosotros, y como siempre esperamos volver a verles a bordo.


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