Muy buenas noches señores pasajeros.
Una vez más nos encontramos en vuelo, afrontando el final de esta segunda zona de turbulencia de la que les había hablado en mi mensaje de bienvenida al vuelo.
Pensábamos que íbamos a tener bastante más turbulencia de las que finalmente hemos padecido, pero sabiendo por dónde estaba lo peor, ascendimos entre los dos chorros sobre Estados Unidos y pudimos eludirla. Pero la segunda zona, ya sobre el Atlántico, ha sido imposible evitar. Pero ya parece que remite.
Existe un mito que dice que la zona de cada vuelo donde más se va a mover es siempre cuando el comandante está durmiendo o cuando los auxiliares están ofreciendo bebidas calientes a los pasajeros. Es tan solo “leyenda”, pero hoy parece que se ha cumplido. Yo acabo de incorporarme a la cabina y ha sido providencial ya que ahora ya casi no se mueve.
Decía Lucho Gatica aquello de “Reloj no Marques las Horas”, y en esta profesión es algo que de una manera u otra siempre deseamos ya que cada hora de vuelo es irrepetible y única, y lo peor de todo es que son finitas: esto se acaba cuando el reloj marca la hora de la jubilación.
La ruta prometía unas vistas fantásticas al sobrevolar ciudades poco conocidas para nosotros como Tampico al este de Mexico, Houston en Texas, Nashville en Tennesee, Charlestown en Virginia, Albany en el estado de New York, Kneebank en Maine, Nueva Escocia y la Península de Labrador ya en Canadá. Localidades de una gran continente que nos ofrecen normalmente unas magníficas vistas de ciudades y fenómenos orográficos únicos, comparados con las largas horas sobre el Atlántico donde normalmente no hay mucho que ver. Pero desgraciadamente hay una amplia manta de nubes que lo cubre todo y tan solo hemos podido ver algo de tierra al sur de Pittsburgh donde las nubes nos dejaron ver algunas zonas muy nevadas y más tarde, ya de noche, cuando entrabamos en New Hampshire.
Es el reloj un instrumento que desde su invento, siempre ha tenido mucho que ver con la navegación, ya sea por mar, tierra o, como en nuestro caso, por aire. Desde que suena el despertador la mañana del vuelo, comienza una carrera contra el reloj en la que todos los pasos están medidos y ponderados para hacer de la puntualidad una meta alcanzable, que solo por circunstancias ajenas a nosotros no podemos cumplir en determinadas ocasiones.
Aún siendo puntuales y realizando todos los procedimientos prevuelo en hora, para nosotros es fundamental seguir manteniendo un equilibrio entre los márgenes de seguridad y cualquier medida extra para hacer que el vuelo sea más corto y de esta manera, llegar antes de hora ( cosa que ustedes siempre agradecen ) a la vez que reducimos los costes operativos en cada vuelo cosa que agradece la compañía. Como nota tan solo un detalle: en combustible estamos en estos momento gastando 80 kgs por minuto; multipliquen por las horas de vuelo y verán que cualquier ahorro es significativo.
Este vuelo de regreso desde México a Madrid es 110 millas más largo que el vuelo de hace unos días de ida hacia allá, pero en cambio hay una diferencia de casi dos horas menos en este regreso a España con respecto a la ida. Esta diferencia sustancial se debe a los vientos en dirección Este que predominan en el Atlántico y que hacen que los vuelos de regreso sean siempre más cortos, al igual pero en menor medida el achatamiento del planeta.
Todos estos aspectos del tiempo, su medida y las diferencias entre los horarios entre las ciudades, forma parte del día a día de las tripulaciones, en tanto afectan muy principalmente a la calidad de vida dentro y fuera del avión. Antes de cada vuelo nos preparamos gestionando el sueño o descanso previo dependiendo del tipo de vuelo y la privación de sueño en nuestras horas naturales de descanso.
Hoy por ejemplo hemos despegado a las 7 de la tarde nuestras, pero en México era mediodía, así que el descanso de anoche y esta mañana ha sido fundamental para preparar el vuelo durante toda la travesía nocturna y aterrizar en Madrid a las 5 de la madrugada. Esta gestión es para cada vuelo de largo radio, y ya que vamos varios pilotos en cabina, nos vamos turnando para que siempre haya uno descansando excepto en las fases de despegue y aterrizaje en que vamos todos en cabina.
La falta de sueño y el jetlag forman parte de nuestro día a día y hay que ser muy escrupuloso y constante con la vigilancia de una buena salud del sueño y el descanso, porque si esto no lo hacemos bien podemos entrar en una fase de stress y agotamiento que obviamente revierte negativamente en los niveles de seguridad que esta operación requiere.
Estamos ya a tan solo 1 hora de comenzar el descenso hacia Madrid, y aunque hoy el Sol no nos dará los buenos días hasta que estemos en tierra, las hormonas empiezan a circular por nuestro torrente sanguíneo para ir preparándonos para la alerta y tensión que supone la aproximación y el aterrizaje. Además del sueño, estos cambios hormonales también afectan a nuestras personalidades una vez acaba el vuelo, y es normal ver leves cambios de actitud en los días siguientes a un vuelo de estas características. Cada persona es un mundo pero hay cambios que se repiten mucho en nuestro colectivo, tales como irritabilidad, falta de paciencia, cansancio, somnolencia, poca empatía y/o mal humor. También esto hay que aprender a manejarlo fuera del avión y en casa.
Subimos a nivel de vuelo 430, unos 13 kms sobre el mar. Ahorrando combustible y tiempo de vuelo ya que con esta media recortamos 2 minutos el tiempo final. Siempre “rascando” y buscando ahorro. También vamos a solicitar alguna ruta directa una vez estemos sobre la península ibérica, aprovechando que a estas horas no debe haber mucho tráfico, y así reducir más el tiempo de vuelo.
Madrid nos espera a oscuras pero completamente despejado y con una temperatura más fresca que la del DF: tan solo 7 grados. Se nos acaba el vuelo, el reloj sigue andando y “Marcando las Horas” inevitablemente.
Espero volver a verles de nuevo a bordo, muchas gracias y bienvenidos a España.


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