Muy buenas tardes señores pasajeros, de nuevo nos encontramos surcando los aires y sobrevolando el vasto Atlántico a casi 10 kilómetros del suelo.
Acabamos de entrar en espacio aéreo oceánico y ya tenemos las frecuencias del control portugués y el norteamericano para más adelante. Vamos a tardar unas 5 horas en cruzar este espacio aéreo hasta que lleguemos a Florida, Miami, y directos a Cozumel para sobrevolar Belice y finalmente llegar a nuestro destino Guatemala.
Es uno de los destinos a los que vamos, en que la operación allí la tiene que hacer el comandante, que además debe recibir una formación extra y específica para ello. La orografía del terreno y la meteorología reinante normalmente hacen que, en combinación con un avión de estas características, sea necesario aumentar los márgenes de seguridad.
El aeropuerto está encajonado entre varios volcanes, la ciudad y un lago preciosos. A una altitud de 5000 pies, los volcanes que rodean el campo alcanzan los 8000 y 13000 pies, haciendo que ante cualquier eventualidad las trayectorias de vuelo sean un parámetro muy delicado y que hay que tener muy en cuenta.
Se cumplen ya dos horas de vuelo y efectivamente comienza la zona de turbulencia ligera que les había pronosticado anteriormente en mi mensaje de bienvenida, enciendo la luz de cinturones y en breve la apagaré para que puedan ustedes seguir disfrutando del vuelo.
Toda esa orografía tiene el valor añadido de que cuando hay un día en que se puede ver todo, la limpieza de la atmósfera nos regala unas vistas que son incomparables y únicas. Son muchas las ocasiones en que durante la maniobra de aproximación y mientras observamos las cimas de los volcanes, alguno de ellos tiene una “pequeña” erupción de gases negros que ciertamente sobrecogen. Es como un rugido del león avisando que está allí, latente y esperando. Nunca defrauda un vuelo a La Aurora.
En este mundo de la aviación tenemos bastante desarrollado el sentido de la vigilancia y la observación ya que, por la labor propia que ejercemos a bordo y en cualquier lugar cerca del aeropuerto, siempre estamos atentos a todo, para prevenir, evitar y adelantarnos a los acontecimientos.
Hoy he llegado a nuestras oficinas en el aeropuerto con un poco de adelanto con respecto a la hora de mi presentación y mientras tomaba un café y leía unos correos en el teléfono, vi a dos compañeras pilotos que se abrazaban y sonreían. Me llamó la atención la alegría con la que se saludaban y por lo que pude oír se conocían desde antes de ingresar en la compañía, y no se había visto desde hacía algún tiempo. Hablaron de algunos aspectos que les sorprendieron de este mundo de la aerolínea de bandera y lo bien que se sentían volando el A-320. Inmediatamente me fui a mis tiempos de joven aviador en esta casa, volando el mítico 727 y cómo yo también en algún momento tuve una conversación como esa con alguno de mis compañeros de promoción…
Al ratito estábamos ya entrando en pista para el despegue tras un 787 americano que comenzaba su carrera, y una vez allí tuvimos que esperar unos minutos hasta recibir la autorización de despegue. Todo leído y confirmado, mis manos sobre los mandos y el avión frenado: esperábamos… Sentí que una sonrisa se dibujó en mi cara al recordar a aquel joven aviador que subía por primera vez la escalera del 727 vestido de uniforme.
Las Azores siempre cubiertas de nubes, deben de estar ahí debajo mientras que aquí ya vamos a tomar el primer café de la tarde mientras charlamos sobre las últimas noticias que tenemos de la flota, los acontecimientos internacionales relevantes y algún chisme jugoso. Hoy me acompañan dos estupendos compañeros muy profesionales y con quienes he volado en alguna ocasión anterior. Uno de ellos tiene un hijo de la misma edad que mi nieto. Las millas, estas y las de la vida, siguen pasando…
En unas horas comenzaremos el descenso hacia el destino y podremos ver esos volcanes majestuosos. Estaremos por allí tan solo unas horas, y regresaremos al otro lado del Atlántico, pero ¿realmente vemos nosotros a los volcanes o son ellos los que nos ven a nosotros pasar siglo tras siglo?
Les deseo una buenas tarde, sigan disfrutando del vuelo y de las vistas. Una vez más muchas gracias por elegir nuestras alas, y hasta la próxima.


Deja un comentario