Muy buenas noches, señores pasajeros, y bienvenidos a bordo.
Una vez más aquí nos encontramos sobrevolando este basto océano que es nuestro Atlántico. Para ustedes estoy convencido que es un vuelo normal y rutinario, aunque ir a New York nunca es algo normal ni rutinario.

Hoy cuando comenzamos a preparar nuestro vuelo hicimos nuestros cálculos de combustible para mantener un nivel de crucero inicial de 38 mil pies. Esta cifra no es elegida al azar sino que tenemos en cuenta muchos factores como son los vientos en ruta, las zonas de turbulencia de los pronósticos, el peso estimado al despegue y la posibilidad de tener que hacer esperas sobre NY, ya que hay días en que le tráfico es muy denso allá, entre otras tantas.
Así nuestro plan de vuelo fue presentado a las autoridades aeronáuticas por donde pronosticamos volar, con un perfil de niveles de vuelo determinado idóneo para nuestro vuelo, de forma que al llegar al espacio aéreo inglés estaríamos a ese nivel de 38 mil pies. Pero al recibir la autorización oceánica, que es la que nos permite el cruce del Atlántico, nos dicen que tendremos que cruzarlo a 33 mil pies.
A priori puede parecer que son solo 5 mil pies de diferencia, pero eso supone un gasto de combustible extra muy alto que no solo aumenta los costes de la operación, sino que inciden muy negativamente en los niveles de emisiones que dejamos detrás. También tenemos en cuenta el detrimento tan alto en el combustible remanente al llegar al destino que nos dejaría muy por debajo de las 5 toneladas de combustible necesarias como reserva.

Así que nos quejamos, solicitamos algo más alto incluso más alto del óptimo llegando al máximo del avión en esos momentos. La respuesta fue que debíamos esperar a cierta hora en la que nos darían una respuesta.
La respuesta vino poco después con un cambio en la ruta que solo afectaba en 8 minutos de retraso sobre la hora inicial de llegada a JFK, pero podríamos ascender hasta 35 mil pies inicialmente con lo que el combustible a la llegada sería superior a las 5 toneladas mínimas requeridas.
Todo esto ha ocurrido mientras comenzábamos el cruce del Atlántico, aunque todo empezó en Madrid un ratito antes, justo cuando exigimos un 77% de potencia a los motores para despegar con un peso total de 231.6 toneladas y a una velocidad de 160 nudos. Y así, con un suave movimiento de muñeca, nos fuimos al aire. Increíbles datos para cruzarnos hasta otro continente.
Estos motores tienen una potencia muy alta comparados con las antiguas turbinas de fan pequeño y altísimo consumo. Comparando las potencias de las turbinas de este avión, que no superan las 65 mil libras de empuje, con las del antiguo B727 que no llegaban a las 15 mil, parece impresionante, sobre todo teniendo en cuenta que los consumos son totalmente diferentes.

Aunque para dato increíble el de los cohetes Saturno que llevaron al hombre a la Luna, los cuales tenían un empuje total que superaba el millón y medio de libras de empuje.
Son todo datos, números de este mundo tan matemático nuestro que tan solo llena de figuras y da forma lógica una amalgama de sensaciones y de emociones que para unos tan solo es un medio de transporte, y para otros es una de las vivencias más bonitas que la vida le ha podido ofrecer: Volar.
Disfruten del resto vuelo, en unas horas comenzaremos el descenso sobre Cape Cod directos a Providence y de allí a Long Island para preparar el aterrizaje casi una hora antes de lo programado.

Bienvenidos a Estados Unidos y espero poder volver a verlos de nuevo a bordo.
Gracias por usar nuestras alas.


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