Muy buenas tardes, damas y caballeros,
Hace ya que despegamos 1 hora y unos minutos, aquí estamos sobre Santiago del Estero en la provincia del mismo nombre en Argentina. Hace tan solo un ratito los motores rugían con ese silbido típico de los Rolls Royce mientras tragaban miles de metros cúbicos de aire y lo mezclaban con keroseno a un ritmo de 11000 kilos por hora.

Despegábamos de Santiago de Chile, desde la pista 17 derecha al peso máximo del avión: 275 toneladas de metal, combustible, maletas y trescientas veinte personas llenas de emoción.
A los pocos minutos ya redujimos potencia para ir acelerando hacia el Pacífico e ir ganando altura que nos ayudara a superar los Andes. Según nuestros papeles el cruce era mejor hacerlo a niveles bajos porque había turbulencia en niveles altos, así que los cruzamos a 29 mil pies solamente.
A esa hora la visibilidad era toda y al pasar al oeste del Aconcagua pudimos ver las aristas, la nieve acumulada, la piedra, el color del rey de los Andes. Impresiona verlo tan cerca, pero más aún mirar nuestros instrumentos y ver que a la altura de la cima estábamos en ascenso aún y pasando unos 20 mil pies, donde la temperatura exterior era de menos 20 grados. Ahí han subido algunos aventureros.

Seguimos hacia Argentina y la tónica general es planicie, campos cultivados y comienza a aparecer el verde. Casi todo el cruce es de un ocre muy “marciano”, en algunos instantes parecía que estábamos viendo imágenes desde el Mars Rover, y ahora es blanco sobre verde.

11 mil kilómetros entre ambas ciudades, medio día de vuelo entre dos mundos tan lejanos pero a la vez, tan cercanos. Cultura, valores, colores, gastronomía, sonidos, sonrisas, todo es tan común y tan aceptable para los ciudadanos de ambos países que la integración es muy fácil.

Antes les hablaba sobre la emoción de estas trescientas veinte personas que vamos a bordo, entre las que me incluyo. Independientemente del nivel de fe que tengamos lo cierto es que hoy es un día en que mucho de nosotros celebramos el nacimiento de un niño que tanto nos ha afectado y sigue haciéndolo. Para muchos es la celebración de su venida al mundo y para otros es una noche especial por otras razones, pero hoy no es una noche cualquiera.
Es para nosotros un placer y un honor que ustedes hayan decidido o elegido compartir con nosotros este vuelo. Para nosotros, y dentro de nuestra profesión, es relativamente normal el vernos en vuelo en este tipo de fechas señaladas tanto por la sociedad como las fechas personales o familiares, pero sabemos que los pasajeros no suelen elegir volar en estas fechas si no es por una razón de peso.
Así que hoy en especial queremos transmitirles nuestro más sincero compromiso en hacerles disfrutar de estas horas de la mejor manera. Hemos cargado algo más de combustible para poder alejarnos todo lo necesario de las zonas de turbulencias y para también volar un poquito más rápido. Llegaremos a Madrid casi media hora antes donde nos espera una mañana bastante más fresca que los 30 grados de Santiago, tendremos 0 grados que subirán hasta 10 en las horas más “cálidas” del mediodía.
Hoy por la radio siempre escuchamos “Feliz Navidad y Feliz Natal” a los otros aviones al despedirse de los controladores y así, hasta mañana que al apagar los motores todos nosotros iremos a reunirnos con nuestros familiares y pasar juntos el día de Navidad.
Una vez más muchas gracias por usar estas sus alas, hoy especialmente día de Nochebuena y de regreso a España.

Espero sinceramente que en sus próximos vuelos todo vaya bien, el plan de vuelo se cumpla y si tienen algún deseo pendiente, que les sea concedido.


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