Muy buenas tardes. Una vez más volando juntos…
Cada vuelo es diferente, pero hoy lo es aún más: vamos hacia el Lejano Oriente. Hace ya unos meses tuve mi primera experiencia en un vuelo a Tokio, pero hoy vamos a otro país. Un gran país en todos los sentidos: China.
Volamos a Shangai y es algo especial. Hemos despegado de Madrid y en vez de virar hacia América como solemos hacer siempre, hemos seguido en línea recta hacia el Norte, hacia San Sebastián. Hemos cruzado los Pirineos y tras cruzar toda Europa estamos ahora sobrevolando Estonia. Siempre con rumbos Noreste, vamos a subir hasta el paralelo 60, como máximo, y a partir de ahí seguiremos hacia el Este cruzando prácticamente toda la Unión Soviética hacia Mongolia. Es una de las rutas más cortas en la que hoy los vientos nos empujan y ayudan a llegar a destino con adelanto.
Pekín nos espera ya dentro de China y de allí, y entrando en un rumbo casi hacia el Sur, llegaremos a Shangai. Desde que cruzamos el Pirineo no hemos visto nada hasta ahora. Toda Europa está cubierta de nubes. Ahora parece que hay pequeños huecos por los que se ve algo de tierra. Tierra fría y húmeda, muy cultivada y mayormente plana. El Sol se pondrá en nuestras espaldas en unas horas… ¡ Que bien se vive en España!.
Para este vuelo tan largo en el que vamos a recorrer unos 10800 kilómetros, vamos 4 pilotos. Ahora mismo nosotros somos los titulares y los otros dos descansan para hacernos el relevo dentro de unas horas. La aproximación y el aterrizaje en el destino la haremos nosotros, y para el vuelo de vuelta, lo haremos al revés. Es un proceder muy normal y común entre aerolíneas que realizan estos vuelos tan largos que desde luego revierte en la mayor seguridad de toda la operación.
Estamos en espacio aéreo de San Petersburgo y ya se nota por el sonido metálico de la radio y el acento de los controladores, que estamos en una zona del planeta que hasta no hace mucho era «otra cosa».
Me llaman la atención estos vuelos porque siendo básicamente lo mismo que cualquier otro de los que suelo hacer hacia las Américas, es muy diferente por pequeños detalles.
… La radio no para de parlotear todo el tiempo, pasando de controlador a controlador rodeado de cientos de tráficos que no dejan de hablar…
… Hay una zona de transición en la que pasamos a volar con el sistema métrico decimal…
… Los aeropuertos alternativos en la ruta tienen unos nombres impronunciables … Yekaterinburg, Novosibirsk…
… Las nubes no son tan verticales como las del Atlántico, ni tan altas las tormentas…
… Y sobre todo: la luz… la luz es diferente. El Sol está detrás a estas horas y las sombras de las nubes tienen una inclinación muy marcada.
En fin, todo tiene un punto distinto aunque, en el fondo, es lo mismo.
Llevamos combustible como para llegar al destino y, por si hubiese condiciones meteorológicas adversas, desviarnos a otro aeropuerto. Incluso si pasara algo en el camino, llevamos combustible «como para una boda».
Va delante de nosotros otro avión en una ruta muy parecida a la nuestra y va dejando una estela preciosa que asemeja una guía en nuestra ruta. Por cierto, que hay un movimiento internacional que piensa que esas estelas las ponemos los pilotos a propósito porque los gobiernos manipulan el tiempo, las lluvias, las cosechas, las guerras… y el poder a su antojo, fumigando la Tierra y a sus habitantes con productos químicos…. Resumiendo: un absurdo.
Estamos ahorrando combustible y unos 5 minutos sobre nuestros pronósticos, así que si todo sigue así llegaremos mañana por la mañana a Shangai con media hora de adelanto. El tiempo será bueno con una temperatura máxima de 28 grados.
Serán para nosotros las 12:30 de la noche, pero allí estarán desayunando. Empezando un nuevo día, nuevas vidas empiezan mañana, nuevos proyectos, nuevos sueños, y mientras, nosotros estaremos terminando nuestra jornada de trabajo a la misma hora. Me sigue llamado la atención esta percepción de la realidad que nos dá el volar, el viajar, el cruzar fronteras y salir de nuestros pequeños mundos donde «algunos» creen ser el ombligo del Planeta y sus pequeños problemas los ahogan.
A nosotros en cambio, nada nos incomoda ahora mismo. El avión está funcionando a la perfección, el controlador ruso sigue hablando con fuerte acento, la larga sombra de nuestra estela se adelanta a nosotros sobre las nubes y ustedes van ahí detrás tranquilamente descansando y viendo alguna película.
Dentro de poco amanecerá la Luna y al poco tiempo amanecerá el Sol. Toda la magia… en el mismo vuelo.
Francisco López


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