Buenas tardes señores pasajeros.
Son muchas las ocasiones en que me preguntan cómo sabemos la manera de ir de un lado a otro en el aire. Estamos ahora mismo sobrevolando un lugar que se llama Mayaguez, en la costa oeste de la isla de Puerto Rico. De aquí iremos en rumbo 280 hacia un punto que se llama Mella y de allí hacia Santo Domingo en rumbo 289. Y así siempre desde que despegamos hasta nuestros destinos.
Es relativamente fácil. Si con un poco de imaginación espacial somos capaces de ver la Tierra representada sobre un papel, leyendo rumbos magnéticos vamos haciendo una ruta hacia el destino sobrevolando estos puntos que nos sirven de referencia y comprobación por el camino. De manera que siempre sabemos dónde estamos conociendo desde dónde salimos y hacia dónde queremos ir.
Para ello hay que saber dónde están esos puntos, y esto con las coordenadas magnéticas es fácil. Internacionalmente se les ha dado un nombre y una posición y es reconocible por todos. Hay que estar muy al día con estos datos ya que constantemente hay actualizaciones por la creación de nuevos puntos, obras, nuevos designaciones o eliminación de antiguos y obsoletos.
Uniendo estos puntos hay líneas que llamamos “aerovías”, todas tienen su designación y la gran mayoría se pueden volar en ambos sentidos. Normalmente hacia un lado niveles de vuelo pares y hacia el otro impares. Y en eso radica cómo es posible que no choquen los aviones en vuelo, algo tan simple pero que funciona.
En el avión llevamos varios sistemas de máxima precisión que nos calculan en todo momento la posición geográfica en la que nos encontramos: inerciales, gps y receptores de radio ayudas. Con estos sistemas sabemos dónde estamos y somos capaces de ir con una precisión de unos pocos metros sobre esas aerovías.
¿Tienen nombre esas aerovías? Pues si, suelen llamarse con una combinación de letras y números que en nuestro caso ahora mismo es la G633, que al entrar en espacio aéreo Dominicano pasará a llamarse UT15.
Parece complicado, pero esta labor de buscar la mejor ruta con todos estos datos, la realizamos en tierra antes de salir, y ahora tan solo comprobamos que el avión hace lo que le hemos programado antes de despegar y ajustamos el vuelo a las circunstancias reales que nos vamos encontrando: nubes, vientos, otros tráficos, etc.
Cada vuelo lleva un buen trabajo de preparación previo y una vez en marcha tan solo se trata de supervisar y tomar las decisiones que hagan el trayecto el más seguro, cómodo y efectivo posible. Esta información la preparan unos compañeros que llamamos los despachadores de vuelo, y nos la proporcionan ya lista para nuestra aprobación. Así, de las primeras cosas que hacemos al llegar al aeropuerto es recabarla y leerla – es bastante – , y tomar la decisión que sea necesaria con respecto a datos como el combustible final, los niveles de vuelo o incluso la ruta, ya que aunque esto lo preparan profesionales del despacho, al final es la tripulación la que decide qué es lo mejor y, aunque raramente hay discrepancias, a veces se da el caso.
Es tal la calidad de los sistemas humanos, mecánicos y de legislación, que nunca pasa nada realmente importante, así que a veces lo más difícil es superar la falta de sueño en vuelo.
Aún nos quedan unas 3 horas para llegar al aeropuerto de la Aurora, donde hay algo de nubosidad y una temperatura de 26 grados. Es una aproximación muy bonita rodeada de cráteres, volcanes inundados, verdes de todas las intensidades, una pista y una ciudad detrás. Profesionalmente hablando es un reto que requiere estar alerta, prevenir todo y hacer una cosa que llamaos “llevar el avión bien agarrado para que en la aproximación no te pille el toro”. Es un aeropuerto con unas alturas importantes, donde el avión vuela a una velocidad superior a la normal, las referencias visuales cambian notablemente, rodeado de montañas y volcanes. Una cabecera está en la ciudad con edificios, antenas y carreteras y la otra en un acantilado, que parece un portaaviones, hacia un lago magnífico: el lago Amatitlan.
La ruta nos lleva por ese pasillo entre volcanes que es precioso y nos recuerda que tras 11 horas y media hay que estar alerta y al 100% de nuestras capacidades. No se preocupen ya que es un destino muy conocido por nosotros pues volamos aquí con bastante frecuencia y cualquier eventualidad la tenemos prevista y estamos listos para tomar la decimos que sea necesaria. Y en poco más de 1/2 hora después estarán con sus familiares en la terminal.
Muchas gracias por elegirnos hoy y espero volverles a ver de nuevo a bordo.


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