Buenas noches señores pasajeros. Son las 2 y 20 de la madrugada en España y tan solo llevamos hora y veinte de vuelo, aún nos quedan unas 9 para llegar a Madrid.
Me parece increíble estar regresando desde Costa Rica como comandante de este flamante casi nuevo A-330. Hacía más de 5 años que no regresaba a este país. Solía venir muy a menudo en mi etapa de copiloto en el A-340, y siempre me gustó mucho por la calidez de sus paisanos, la sonrisa siempre amable de todos y el buen clima.
En este mi primer vuelo a este destino, después de tantos años, he observado aspectos que han cambiado ligeramente.
Anteriormente tanto copilotos como comandantes podíamos operar en este aeropuerto sin requerimientos especiales, pero a raíz de una serie de cambios en la política de seguridad, ahora es un aeropuerto categorizado como “C” y tanto el aterrizaje como el despegue solo lo puede hacer el comandante después de cumplir unos requisitos de experiencia y entrenamiento específico en el simulador.
Y tiene su “cosa”. El aeropuerto tiene una sola pista, y si bien podemos despegar en ambos sentidos, solo podemos aterrizar en uno de ellos ya que la aproximación por la 25 es muy crítica y con muy bajo margen de error. Así que solo tenemos una pista para el aterrizaje. Además, a la hora que llegamos desde Madrid, la meteorología normalmente nos tiene reservadas unas tormentas y lluvias muy entretenidas que encima hacen que la aproximación suela hacerse con viento en cola.
Por otro lado está el despegue, que si bien en condiciones normales se puede hacer en ambas direcciones, la realidad es que por peso ( hay que llevar combustible para llegar a Madrid y muchas toneladas de fruta ), las temperaturas y la orografía local nos obligan a usar la 25 para despegar.
Pero aún así, la ruta establecida para el despegue no es la publicada, sino una que le pedimos al control para evitar, tan solo en caso de fallo de motor, los volcanes y montañas de la zona.
En resumidas cuentas: no es un vuelo cualquiera a un destino normal. Ningún vuelo lo es, y si este destino anteriormente para mi era especial, ahora también es un destino que demanda una atención algo más especial.
Hoy vamos bien, muy bien. Hemos sobrevolando la isla de San Andrés y en breve Grand Turk, a partir de ahí todo es agua y oscuridad hasta Oporto. No debería moverse más de lo que ya se ha movido.
Hay días en que las cosas no van del todo bien…. como hoy, y tengo un recuerdo especial hacia unos compañeros que están pasando unas jornadas duras. Me refiero a la tripulación de mi compañía que se encuentra en Guatemala. El Volcán del Fuego ha tenido una erupción y desgraciadamente muchas familias de los pueblos cercanos han sufrido una tragedia. Hay allí una tripulación y un gran grupo de pasajeros esperando un avión para poder regresar a casa, y este no aparece ya que el aeropuerto está cerrado. Esos días son desagradables e incómodos para nosotros y nuestras familias, ya que nos encontramos “atrapados” por circunstancias imponderables, pero una vez que pasan, las recordamos como hechos especiales que nos depara nuestra profesión.
Desde aquí mi cariño y apoyo al pueblo guatemalteco en su dolor.
Como consecuencia de esto, hoy llevamos algunos pasajeros que vienen desde Guatemala y han conseguido salir desde algún otro aeropuerto del país hasta San José y ahora van a España. Hoy vamos con un Premio Nobel de la Paz a bordo.
Siempre les hablo del “movimiento“ del avión, y es que no me gusta cuando se mueve, no por mí, sino por ustedes. Yo soy capaz de dormir casi de pie, y estos movimientos, cuando voy como pasajero, son como una mecedora que me duerme profundamente. Sé que a muchos de ustedes no les agrada y no es algo que disfruten como yo, así que me siento impotente cuando no puedo mejorar su tranquilidad a bordo de nuestros vuelos.
Madrid nos espera con un día parcialmente nuboso y algo de fresco porque solo llegaremos a los 20 grados. Lloverá esta tarde cuando ya estemos en casa descansando.
Muchas gracias una vez más y hasta nuestro próximo vuelo juntos.
Pura Vida.


Replica a Jorge Chacón Cancelar la respuesta