Muy buenas noches señores pasajeros.
Nuestro vuelo de hoy es muy especial…
Especial por la ruta que llevamos que nos lleva desde Centroamérica hacia el Golfo de México, por Cozumel y Cancún, y de ahí hacia el norte de Tampa en Florida, y ya subiendo por toda la costa este de USA hacia las Carolinas, Washington, Filadelfia y un poco al sur de JFK viraremos hacia el Este dejando Nantucket a nuestra izquierda y de allí el largo cruce del Atlántico hacia Santiago, Zamora y finalmente Madrid.
Trazaremos una curva pronunciada esta noche para aprovechar los fuertes vientos en cola del Atlántico norte que, a pesar de recorrer bastantes kilómetros de más sobre la distancia más corta, harán que lléguenos al destino con mucho adelanto. Los vientos tendrán una intensidad a veces superior a los 250 km/h, y eso al final de tantos kilómetros supone bastante adelanto y ahorro.
Sobrevolar tantas áreas pobladas es diferente para nosotros ya que estamos más acostumbrados a tener solo al agua como compañera de viaje. Tantas ciudades, sus luces, carreteras, vidas allá abajo… ¿Sabrán que estamos aquí arriba pasando en silencio, siendo testigos de sus noches ?
Especial porque en estos momentos vemos Cancún a nuestra izquierda y a la derecha Pinar del Rio en Cuba. El espectáculo de rayos dentro de las tormentas a nuestro alrededor es increíble. Según las vamos sorteando nos deja casi sin habla el constante fogonazo de luz azulada que deja ver la forma de las tormentas que nos rodean. “Siempre hay un hueco para un piloto honrado” y aquí vamos enhebrando un hueco con otro. El radar nos ayuda mucho en estas ocasiones, pero hoy tenemos una ayuda superior: la Luna. Nuestro fiel satélite ilumina el camino con su cara más luminosa.
El control de Houston nos acaba de dar un directo a un punto que está en Carolina del Norte y eso significa que recortamos la ruta en 2 minutos, cosa que parece poco pero se agradece y suma al ahorro.
Parece que fue ayer, y es que mi último vuelo como copiloto lo hice en esta misma ruta. En aquella ocasión íbamos en un A340-600, el 27 de Mayo de hace 5 años. Sabiendo que era mi última línea como copiloto, y que también sería la última de mi gran amigo Nicolás, nos pusimos de acuerdo para “pedir” a programación que nos pusieran juntos y con un comandante en particular y amigo nuestro. Así que terminamos esa etapa profesional igual que la habíamos empezado 17 años antes, al ingresar en la empresa como dos copilotos nuevos.
Recuerdo aquella línea con cariño y respeto, porque sabiendo que era la última sentados a la derecha, teníamos que hacerlo todo como el primer día, a pesar de un pequeño contratiempo que tuvimos ya que se nos “rompió” el avión y tuvimos que pasar una noche más fuera de casa.
A partir de ahí, y durante unos dos meses, estuvimos estudiando mucho, muchísimo. Clases teóricas, curso de mandos, curso del avión, CRM, curso de salvamento, simuladores muy intensos y finalmente comenzamos a volar el nuevo avión de verdad, sentados a la izquierda pero bajo la supervisión de instructores a nuestra derecha. Hasta que llegó el 14 de Agosto y me programaron un vuelo de ida y vuelta a La Coruña: en el vuelo de ida iba como alumno y en el de vuelta ya venía como comandante. Ese día fue mi “suelta”.
El día más importante en la vida profesional de un piloto.
Ese día no hubo tiempo para nervios o emociones, ese día mi mente estaba donde tenía que estar al 100%. No quería meter la pata, quería hacerlo bien, como todos los días pero aquel era el primero de muchos. No quería distracciones así que con el insuperable apoyo de mi mujer conseguí encontrar un ambiente a mi alrededor previo a ese día de paz, ya que yo era un manojo de nervios. Al final le fue imposible acompañarme, aunque creo que ella tampoco quería interferir más en ese momento que sabía tan importante para mí.
A pesar de todo, lo que deseaba desde hacía muchos años, es que mi principal tutor, guía y maestro en la vida estuviera conmigo en ese vuelo. En Madrid lo recibí en la puerta de embarque y lo acompañé a su asiento. En el vuelo de ida mientras estaba siendo inspeccionado por el inspector de la autoridad aeronáutica mi padre se mantuvo en su asiento. En La Coruña nos volvimos a ver y para el vuelo de regreso lo invité a pasar a cabina. Siendo un jubilado de la aviación se sentía en casa, su casa. Y siendo su hijo el comandante del vuelo se le escapó alguna lágrima.
Aún recuerdo sus ojos que me querían decir de todo sentado detrás de mí y algún apretón de sus manos en mi hombro. Un viaje inolvidable.
Jacksonville está a nuestra derecha y nos cruzamos con muchos aviones en esta zona de USA. Las tormentas parece que han quedado atrás y en breve estaremos apuntando ya hacia el Atlántico para completar este nuestro vuelo especial.
Han pasado cinco años desde aquel vuelo y el viaje aún no ha terminado.
Muchas gracias por compartir este momento conmigo y volar con nosotros hoy. Madrid debe estar casi vacío a nuestra llegada siendo mañana 15 de Agosto y festivo en toda España, vacío pero caluroso hasta los 36°.
Muchas gracias.


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