Buenas noches señoras y señores pasajeros.
Noche triste esta que nos acoge hoy.
Cuando empecé con estos relatos de nuestros vuelos lo hice, entre otras razones, para compartir con ustedes las emociones y punto de vista de un piloto de línea aérea sobre todo lo que acontece a su alrededor mientras realizo mi trabajo.
Desgraciadamente estamos viviendo una situación muy peculiar que nos ha dejado a la gran mayoría de los aviadores en tierra, sin volar. Recuerdo que esto comenzó allá por el final del 2019 en una ciudad china desconocida para el mundo entero y como una tormenta de arena se extendía hacia el oeste, hacia nosotros.
Alguna vez lo he visualizado también como una onda expansiva de una explosión atómica, o como una gran ola de un tsunami que barre con todo por su paso hacia Europa. Pero la imagen con la que más cómodo me siento a la hora de describirlo es la de la noche. Pareciera que una larguísima noche de varios meses entra por nuestros horizontes en el este y sigue su camino hacia el oeste, hacia América, pero tarda varios meses en amanecer de nuevo.
Parece que en otros países más cercanos a China ya amaneció y empiezan a tener vidas normales, o casi normales. A nosotros aún nos falta tiempo hasta que vuelva a amanecer, la luz empieza a levemente asomar por el este, pero aún falta bastante. En cambio, en el continente americano están ya en el ecuador de esta larga noche y les queda todavía tiempo aun para volver a ver la Luz.
Como no somos iguales, cada estado y cada país se enfrenta a esta noche y sus consecuencias de una manera diferente, y aunque con muchos paralelismos todos tienen su realidad.
Es para nosotros los aviadores, una circunstancia doblemente peculiar ya que nuestra vida se basa en no estar quietos nunca, en no estar mucho tiempo en ningún sitio, en cambiar de ambientes constantemente, en mudar habitaciones de hotel, compañeros de trabajo, olores, aromas y sabores.
Nuestra vida es volar, viajar.
Y en este estado de la noche pandémica estamos atados en casa sin poder desplazarnos más allá de una tienda cercana o, en algunos casos, a centros hospitalarios para acompañar a algún familiar enfermo.
Esta noche es dura para todos y sabiendo las consecuencias que puede traer, he buscado desde el primer día el mantener la añoranza del vuelo alejada lo más posible de mi día a día y supliendo sus posibles efectos emocionales. Pero no es fácil, no lo es, aunque lo parezca.
Tal como Nemorino soñaba con el amor de Adina hasta el extremo de creer que un elixir haría que ella se enamorara locamente de él, este comandante desde aquí en la cabina está soñando despierto con volver a volar con ustedes una vez más.
Solamente con eso.
Muy buenas noches, con calma esperamos volver a verles de nuevo a bordo.


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