Muy buenas noches señores pasajeros.
Bienvenidos a bordo y muchas gracias por compartir este vuelo con nosotros. Hoy nuestra ruta comenzará en Madrid desde donde despegaremos de la pista habitual a estas horas de la noche para dirigirnos casi en línea recta hacia Vitoria, San Sebastián y cruzando el Pirineo a Francia.
Hace poco pasábamos sobre Holanda, sobre la inmensa y muy luminosa ciudad de Rotterdam a nuestra izquierda con su puerto estratégico en la costa. También dejamos un poco más adelante Amsterdam rodeada de grandes cuadrados iluminados que son los famosos invernaderos.
Han pasado casi dos horas desde el despegue y ya estamos sobre Copenhague y para nuestro disgusto, empieza a verse la fina línea de azules y violetas del horizonte: comienza a amanecer. La pena es que esto nos impide ver auroras boreales, a pesar de que volaremos lo suficientemente cerca del Polo Norte como para disfrutarlas, pero hoy no será posible. Aunque, como todo en la vida, no hay mal que por bien no venga así que aprovecharé para estrenar unas gafas nuevas de Sol que compré hace poco. Esta luz nos acompañará hasta bastante más tarde de que nuestros compañeros nos hagan el relevo.
En estos vuelos tan largos la tripulación la formamos 2 comandantes y 2 copilotos. Lo llamamos una tripulación doblada, y nos organizamos las jornadas de forma que una tripulación hace la ida y la otra el regreso en base a la antigüedad de los comandantes. La tripulación que no “vuela”, por decirlo de alguna manera, hace labores de relevo en el vuelo de la otra. Así que en este caso Juan y yo despegamos y hacemos medio vuelo, después nos relevarán ellos hasta 1 hora antes del aterrizaje, momento en el que regresaremos para realizar el descenso, aproximación y aterrizaje en destino. En el vuelo de regreso haremos lo mismo pero al revés.
Puede sonar complicado pero es la mejor manera de mantener unas mentes frescas a los mandos en las etapas críticas de los vuelos y a la vez repartir el tiempo de vuelo de manera equitativa.
En el despegue de Madrid nos ha ocurrido una de esas cosas que vemos en las investigaciones de accidentes y de la que hemos aprendido todos para evitar que se repita algo malo. Siempre hay un doble, triple, y hasta cuádruple chequeo de las cosas, una última revisión por algún ordenador o persona de forma que entre cada acción de los tripulantes y el detonante del incidente siempre hay un muy buen filtro que evita males mayores. Por operación normal a los 10 mil pies sobre el terreno hacemos una serie de cosas entre las que se encuentra quitar los cinturones y apagar las luces exteriores del avión, y así hice pero cuando iba a actuar el interruptor de los cinturones nos saltó el aviso de detección de hielo. Volví a encender las luces y estábamos pasando por una capa de nubes, pusimos el anti hielo y esperamos a pasar aquella delgada capa.. A los pocos minutos ya salimos y pudimos ver las estrellas y el cielo despejado, así que quitamos el anti hielo y apagamos las luces. Al cabo de un rato ( unos 10 minutos ) nos llama el sobrecargo preguntando por si pasaba algo, y si : se me había olvidado quitar los cinturones con lo del hielo. Seguimos volando sin más.
Odense ya está ahí a punto de ser sobrevolado, el avión casi ni se mueve mientras las ciudades europeas pasan bajo nuestras alas a gran velocidad ya que hoy el viento nos empuja mucho, en estos momentos son 90 kms/h en la cola y esto unido a la aparición de las primeras capas de nubes al sur del báltico, hace que la sensación de velocidad se incremente.
Es increíble cómo ya estamos entrando en espacio aéreo ruso, su acento es muy característico. ¿Recuerdan lo que significaba Rusia antes de la caída del Muro de Berlín ? Las escasas vistas del terreno son de paisajes congelados, ríos, lagos, campos y ciudades blancas. Las nubes no nos dejan ver mucho y las ciudades tienen unos nombres muy raros.
Han pasado ya 5:30 horas de vuelo y voy a llamar a la tripulación de relevo que descansa en las literas. Una vez lleguen frescos y con una sonrisa en la cara seguro que lo primero que harán será quejarse por la luz en cabina ya que sus ojos llevan en la penumbra un buen rato. Antes de sentarse les daremos un briefing que incluye cosas como el dónde estamos y con quién hablamos por la radio, como está la meteorología en los aeropuertos alternativos, el consumo de combustible, cualquier situación con los pasajeros y los tripulantes. La temperatura del combustible se está acercando a su límite más frio, y eso también lo comentamos para que lo vigilen, así como cualquier cosa relevante.
Nos vamos a dormir, antifaz y no me entero de las próximas 5 horas y media. El tiempo pasa volando y ya nos están llamando para que regresemos. Visita al lavabo y al entrar en cabina no hay luz, ya es de noche de nuevo y somos nosotros los que recibimos el briefing.
Estamos volando a 11.000 metros, es decir 36100 pies. El paso por Mongolia ha sido normal y el acento de la radio es muy diferente. Una vez sentado y atado Juan sigue al control del avión mientras me preparo la entrada y aproximación a Shangai. Me ofrecen un montadito de tortilla y seguro que me vendrá bien.
El descenso es bastante escalonado y la radio bastante ocupada a pesar del virus. Son casi las 9 de la noche hora local, está cubierto y no se ve nada más que luces a través de las nubes. Nos autorizan a la pista 35L, pero pedimos la 34R por la cercanía al parking … ¡este aeropuerto es inmenso!.
Ya me hago cargo del avión y comienzan a darnos rumbos y directos, nos están recortando la maniobra y nos quedamos altos, así que saco aerofrenos para bajar más rápido. Alineados ya con la pista en el ILS seguimos sin ver nada. Segundo punto de Flap, tren abajo, desconecto el automático….quiero volar.
Han sido varios minutos de calma controlada, algo de viento cruzado, manteniendo la distancia con el 737 que iba delante, atentos a la frecuencia, los ojos atentos a la velocidad, el rate, y el PAPI hasta la toma de contacto.
Estamos en China… Atrás ha quedado medio mundo y ahora nos queda encontrar al señalero que nos guiará hasta el finger y allí comenzar el lento desembarque.
Control de documentación, varios controles de temperatura, una PCR, control de pasaporte, scanner de equipaje, dos autobuses hacia el hotel para separarnos por grupos. Finalmente al hotel en cuarentena sin poder salir de la habitación hasta que mañana nos vengan a buscar para regresar a Madrid.
Parece mentira lo que dan de sí unas horas y un vuelo entre la Puerta del Sol y Pudong.
Muchas gracias y hasta nuestro próximo vuelo.


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