Muy buenas noches señores pasajeros. 

Hemos despegado hace un rato desde Barcelona, y aquí estamos otra vez surcando los cielos oscuros, aunque muy claros, en una noche otoñal con Luna Llena. 

 

Hace tan solo unas horas estábamos a punto de subirnos al avión cuando la coordinadora del vuelo entre los muchos datos que nos comparte a la tripulación, me indica que hay una pasajera que solo puede viajar bajo mi autorización. Parece ser que es una chica embarazada que salió de Buenos Aires hace ya semanas con un permiso de vuelo de su doctor, ha estado en Europa unos cuantos días y regresa ahora. Su estado de gestación está bastante más avanzado, como es lógico, y el que pueda volar, o no, es una decisión que la compañía delega en el comandante. Decido asumir ese riesgo para que esta mujer pueda cumplir su deseo de dar a luz en su patria.

 

Ya voy por el segundo café de la noche y estamos sobre Brasil donde las comunicaciones son bastante incómodas ya que el acento que tienen y los equipos son malos emitiendo un sonido metálico muy desagradable y que no ayuda a la buena comunicación entre aeronaves y control. Ahora mismo tan solo tenemos un poco de viento en cara y allá abajo solo hay nubes bajas que dejan entrever de vez en cuando, alguna ciudad iluminada. Todo lo demás son tinieblas y oscuridad.

 

Poco después del despegue, tuvimos que desviarnos bastantes veces debido a unas células tormentosas que había entre Sitges y la costa valenciana. Igualmente al sur de Canarias tuvimos algún desvío de la ruta también por una gran tormenta que tenía algo de turbulencia asociada, poco realmente pero ustedes, nuestros pasajeros,agradecen intensamente estos desvíos, aún sin saber que los hacemos, ya que el piloto automático los realiza muy suavemente.

 

Es curioso cómo desde aquí tengo a mi disposición 4 sitios donde ver la hora incluyendo mi reloj de pulsera. No hace tanto, el reloj era un instrumento vital para la navegación, siendo en algunos casos equipo obligatorio de las tripulaciones de vuelo el llevar un reloj certificado como de precisión. 

 

Aparentemente el “reloj de piloto” como instrumento específicamente diseñado para el aviador, nace tras una cena en 1904 donde estaba el famoso piloto Santos DuMont y el diseñador de Cartier. De allí sale el hoy conocido como Santos de Cartier que no es precisamente muy aeronáutico para los estándares de hoy en día.

 

A partir de ahí la historia y las necesidades de los pilotos militares y civiles nos traen lo que hoy entendemos que debe ser un “reloj de piloto” cuyas cara tienen principales son:

 

-El tamaño: Para aumentar la visibilidad llegando a hacerse alguno de hasta 50 mm.

-La legibilidad: Sin la fluorescencia de hoy, usaban blanco sobre fondo negro.

-Un triangulo de orientación: Para encontrar un fijo visual en piruetas y bajo fuerzas G.

-El bisel estriado: Para poder usarlo con guantes en cabinas abiertas o no acondicionadas.

– Una corona grande con forma de cono: Por los guantes

-La función cronógrafo y FlyBack: Funciones más modernas pero muy necesarias.

-El antimagnetismo: Para que la maquinaria del reloj no se vea afectada.

-Una regla de cálculo en el bisel: Velocidad, distancia,consumo, conversor de unidades, etc.

-El angulo Horario: Calcula la longitud en base a la GMT.

-GMT: Para saber cuándo se cruzan los usos horarios.

-La correa: Solía ser larga para usar sobre la manga de los uniformes.

 

Todas las grandes marcas han tenido algo que ver en este desarrollo de este tipo de reloj, ya sea por las guerras mundiales o por petición de alguna aerolínea para sus pilotos civiles: Zenith, Hamilton, Longines, IWC, Laco, Stowa, Wempe, Omega, Vostok, Breitling y Rolex, todas han tenido y tienen  uno o varios modelos en su catálogo específicamente diseñado para su uso aeronáutico.

 

Más tarde llegaron los relojes de cuarzo y ya toda la complejidad de los automáticos despareció pasando a una fiabilidad nunca antes conseguida.

 

Pero lo cierto es que el reloj o el uniforme no hacen al piloto. Tal es así que son muchos los compañeros que conozco que ni usan reloj alguno. Hoy en día en estos aviones no hace mucha falta dado que las computadoras de a bordo hacen todo el trabajo ese que antes se hacía mentalmente y con la ayuda del reloj.

 

Aún así hay bastantes pilotos (la gran mayoría) que si llevamos algún tipo de reloj de este estilo por el valor romántico que tiene, porque en realidad  son pequeñas-grandes máquinas de precisión y muy bonitas.

 

Comienza el amanecer por mi hombro izquierdo, Uruguay está ya muy cerca y en breve iniciaremos el descenso para la pista 11 en Ezeiza. La ciudad que en primavera se llena de ese color morado de la flor de la Jacaranda. ¿Que tendrá Buenos Aires que la hace tan especial e inolvidable?

 

Muy buenos días ya, bienvenidos a la Argentina. Como siempre ha sido un inmenso placer compartir nuestras alas con todos ustedes y espero poder volverles a ver de nuevo en nuestro próximo vuelo.

 

Gracias