Muy buenas noches, señores pasajeros,

Hacía bastante tiempo que no volábamos juntos y he de pedirles disculpas por dejarles tanto tiempo en tierra a la vez que darles explicaciones del porqué de esta sequía.

El mes pasado me correspondía disfrutar de una semana de vacaciones, y mi primer servicio programado para este mes ha sido una semana de “incidencias”. Esta es una semana en la que estamos de guardia para casos en que algún compañero no pueda realizar algún vuelo o si hay un cambio de avión y necesitan una tripulación para, por ejemplo, un vuelo especial. Es un escenario en el que estamos de guardia cerca del aeropuerto para cubrir cualquiera de estas posibles “incidencias”.

Lo cierto es que en esta ocasión no hubo necesidad de que yo volara, así que desde que aterrizamos de México el mes pasado, hoy es nuestro primer vuelo tras 27 días. Acabamos de ascender a nivel de vuelo 380 y veo que el TCAS nos avisa de que al lado nuestro va un tráfico a nivel de vuelo 470, debe ser una “avioneta” de las grandes, otra aviación.

Hoy al presentarme en el aeropuerto he recibido un mensaje recordándome que para recuperar mi experiencia reciente he de realizar lo antes posible varios aterrizajes y despegues tanto en el A350 como en el A330. En aviación casi todo está reglado y medido, y en este caso se trata de los límites que los pilotos tenemos que mantener para no perder lo que se llama Experiencia Reciente. Con ella nos aseguramos que estamos dentro de los límites marcados por la legislación. Si por cualquier razón perdiéramos dicha experiencia, tendríamos que ir al simulador y con un instructor hacer una serie de despegues y aterrizajes previo a volar el avión de verdad.

Llevamos ya un ratito con el centro de control del norte de Brasil, se llama Recife y allá abajo solo se ven las luces de las grandes ciudades en esta noche tan oscura y nubosa. Este primer vuelo tras tanto tiempo sin volar, es un poquito especial porque, aunque estoy volando y sentado en mi asiento de la izquierda, yo hoy no soy el comandante del avión.

En esta rotación vamos con un A330 y regresamos con un A350. Esto se debe a que el “operador” ha decidido en base a las previsiones de ocupación y costes que esta es la mejor forma de hacerlo según sus criterios. Para nosotros esto significa que el A330 vuela más lento que el A350, así que para el vuelo de ida hacen falta un tripulación doblada mientras que para el regreso solo un tripulación reforzada tan solo por las diferencias en velocidades de vuelo.

En este vuelo hacia Buenos Aires, mi cometido a bordo es de ser un comandante/piloto de refuerzo mientras que en el vuelo de regreso yo seré el comandante titular. Yo estoy habilitado en ambos modelos de avión, pero mi compañero solo en este, así que en el vuelo de regreso él vuelve como pasajero sentado tranquilamente en una butaca . Estos vuelos son mucho más normales de lo que pudiera parecer, y son muchas las ocasiones en que volamos entre ustedes muy discretamente. 

5536 millas entre los dos aeropuertos, 13 horas y diez minutos y no nos hemos movido casi nada en todo el vuelo. La única zona donde es posible que nos movamos es entre Rio, São Paulo y el destino. Hay tres grandes chorros de aire que vienen desde el Pacífico y cruzan todo el continente que casi seguro tendrán algo de turbulencia asociada. Vamos a ascender todo lo que podamos para cruzar esa zona lo más alejado posible, pero inevitablemente tendremos que sufrir algo de meneo en el descenso a Ezeiza. Como siempre, haremos todo lo posible para minimizarlo.

Nos espera una mañana de domingo gris y fresca con algunas nieblas. Un tiempo muy normal para esta época del año en Buenos Aires. Salvador de Bahía está a nuestra izquierda y aún nos quedan 5 horas de vuelo, este país es inmenso. Estamos estimando llegar con 10 minutos de retraso porque no pudimos comenzar el embarque del vuelo en hora ya que el servicio de limpieza no terminó cuando debiera, así que ya todo ha ido con un poco de retraso.

Estamos haciendo todo lo posible para reducir esta demora, pero esos 10 minutos ya no creo que podamos recuperarlos. 

Voy a tomarme otro café, son las 8 y media de la mañana en España y solo me he tomado uno, creo que es hora de tomar el segundo ya. Por la ventana veo las parpadeantes luces de ese avión que vuela tan alto a nuestro lado y siento este sentimiento de complicidad por estar disfrutando estos momentos tan mágicos de la noche en las alturas. Mientras en la lejanía y en  la línea del horizonte empieza ya muy levemente, a dibujarse el amanecer.

Ha pasado un rato y acabamos de entrar en espacio aéreo uruguayo, el acento es inequívoco y nos avisa de que en breve comenzaremos el descenso. En unos minutos he de llamar a mi compañero que está descansando desde que me senté aquí en su asiento, él es el comandante de este vuelo. Mientras tanto voy a prepararle las fichas de aproximación, recabar la información meteorológica del destino y calcular la distancia de frenada y combustible al alternativo, que hoy es Rosario. Adelantarle parte del trabajo es algo que todos agradecemos cuando regresamos de la litera y a mí me sirve para darle un breve briefing del estado del vuelo y lo que nos espera en adelante.

Nos espera una mañana fresca con 13º y sin nieblas ni nubes, así que entraremos por la pista 11 sin mayor problema tras 13 horas y diez minutos de vuelo. Increíble pero cierto, a pesar de los años nunca deja de asombrarme esto que hacemos. 

Muchas gracias y bienvenidos a la Argentina.