Muy buenas tardes, señoras y señores pasajeros,
Hoy, desgraciadamente, el Atlántico está un poco revuelto y hemos sufrido ya los tres primeros episodios de turbulencias de los que les hablaba al principio del vuelo. Aún nos queda la zona más ancha, pero también la que menos creo que nos afectará, ubicada entre el sur de Wisconsin y Texas, ya bien metidos dentro de los Estados Unidos.

En total serán 10200 kms entre Madrid y México y aquí estamos en la hora siete y media de un total de 11 y cuarenta. Un vuelo interesante, como todos, ya que para evitar lo peor de las turbulencias en la ruta, hemos cambiado la trayectoria más corta por otra más larga pero más cómoda. Aún así inevitablemente algo de la carretera bacheada nos ha tocado sufrir.
Ya saben aquello de que las turbulencias no son peligrosas, tan solo son incómodas. Y hoy yo doy fe ya que me he manchado el pantalón con el café hace un rato. Desgracias del aviador.
En unos días se celebra el Día del Piloto, es un día festivo para todos los aviadores que celebramos como mejor podría ser: volando.

Pero, ¿realmente qué celebramos?
Pues supongo que dependerá de la situación “aérea” de cada uno. Los pilotos que comienzan hoy su carrera profesional, o aquellos que comenzaron hace poco a extender sus alas deben celebrar la ilusión de esos primeros vuelos y toda esa información que de repente se convierte en realidad palpable.

Por otro lado, estamos los que ya llevamos acumuladas unas cuantas horas de vuelo bajo nuestras alas y que la experiencia nos ha enseñado mucho. Tanto que ya cada vuelo es una aventura vital que disfrutamos como algo irrepetible, único y especial. También somos muy conscientes de aún nos queda mucho por aprender.
Y por otro lado están aquellos pilotos que ya no ejercen de una manera profesional, o aquellos cuyas condiciones de salud les impiden legalmente coger los mandos de una avión, o aquellos que decidieron un día colgar sus alas de manera voluntaria. Imagino que celebran todas aquellas horas de vuelo que llevan en su bitácora y los miles de recuerdos de su etapa aeronáutica.
Pero hay algo que nos une a todos y que es fácil de reconocer porque siempre que pasa un avión por nuestras cabezas somos los únicos que miramos hacia arriba con ojos curiosos buscando que tipo de avión es, o de que compañía es, o simplemente miramos para admirar y disfrutar de la silueta y el sonido del avión. Somos un poco predecibles en ese sentido.

Aún nos quedan 3 horas y media de inacabable atardecer, que aunque en España son las 2 y media de la madrugada por aquí aun luce el Sol que, poco a poco, muy lentamente, se va a poner por el oeste, a la derecha de nuestra ruta ya que ahora mismo estamos volando casi a rumbo sur hacia Houston y de allí hacia Tampico, Pachuca y finalmente nuestro destino.

Una noche espléndida en destino con viento en calma y unos 15 grados a nuestra llegada. Entraremos muy posiblemente por la pista 23, cosa que es muy cómoda y bastante menos complicada que la 05 ya que la orografía no es factor relevante por este lado del aeropuerto. En esta ocasión el vuelo de ida lo están realizando los copilotos y yo haré el de regreso mañana hacia Madrid. Uno de los copilotos me ha dicho que nunca ha aterrizado aquí, así que le he dado la oportunidad de hacerlo cosa que, estando en su asiento, yo siempre agradecía.

Parece que no se está moviendo nada por ahora, pero estimamos que tras sobrevolar Houston y durante unos 30 minutos quizás tengamos otro episodio, y último, de turbulencia moderada. Ojalá se equivoquen los meteorólogos por la comodidad de todos ustedes.
Una vez más quiero agradecerles que nos permitan el inmenso placer y honor que supone el acompañarles en estos largos cruces del Atlántico uniendo cientos de historias en cada ocasión.
Gracias por usar estas, sus alas, y espero volver a verles de nuevo a bordo.


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